NO es moda. Siempre ha sido así. Los acontecimientos, que jamás hacen huelga, que están de manera constante marcando rutas y abriendo caminos, cogen a unos con el paso cambiado mientras otros los esperan porque no es que barrunten lo que vaya a acontecer sino que desde la reflexión o desde el estudio de diversas cuestiones están capacitados para saber lo que va a tocar a la puerta.

Muchas veces el acontecimiento llega porque se trae, se le da la mano para que se adose adaptándose a la vivencia del momento. O sea que el acontecimiento puede y manda, se retrasa o se adelanta.

Pero lo que sí es determinante en el acontecimiento es la deformación que se hace del mismo a través de la manipulación, de la propaganda en vías de la tergiversación cuando no a presentarlo como otra cosa diferente a la que es, con una cara que en nada tiene que ver con la real.

Desde la virtualidad se vive con más intensidad el acontecimiento. Se mira alrededor y sometido como se está a diferentes influencias son éstas las que confeccionan y dan vida a un cuadro que no se pinta y dan conformidad a lo que palpita que nada tiene que ver con la realidad.

Donde más se subvierten los acontecimientos es cuando sobre ellos opera la propaganda. La propaganda es capaz de hacer ver lo que no tiene esencia ni contexto, lo que carece de entidad y se le da una consistencia arrolladora que empuja hacia elucubraciones que no se parecen en nada con lo que es la base de la discusión para llegar a una conclusión más o menos satisfactoria.

Los acontecimientos, y hay un montón: la guerra de Afganistán; la pandemia que ya no se denomina gripe porcina; los premios Nóbel que se dan suponiendo la capacidad futura y calidad efectiva del personaje, caso Obama, sin que hayan demostrado esos valores que están en lontananza; la quiebra del Estado de bienestar, que no se asume de una vez por todas y se continúa erre que erre defendiendo lo indefendible y diciéndonos que se está en el mejor de los mundos, cuando eso a los cerca de cuatro millones de parados le sonará a cantos celestiales; o, sin ir mas lejos, los excelentes excedentes de la banca, que a pesar de la crisis que dice tener sigue ganando dinero y con blindajes a sus directivos con sueldos de escándalo; o las vergüenzas camufladas en discursos rebosantes de demagogias y engrandecidos por la manipulación que se dictan desde altísimos organismos competentes de la más descarada incompetencia.

Y desde ahí y desde más allá se generan acontecimientos que llegan aparentemente limpios, con autenticidad y esencia altamente categorizada que cuando aterrizan se ponen delante de nuestras narices y, tras la perplejidad instaurada, no es lo que se supone, no es lo que dicen, no es lo que ves, es una majadería más, desvirtuada y manejada día tras día, que nada tiene que ver con los cerebros que se programan para aceptar realidades concretas que pongan en pistas de lo más cercano a "lo que es", lejos de aberraciones que dificultan la verdadera esencia del acontecimiento.