VIVIMOS en tiempos surrealistas. Los movimientos ecologistas de todo el mundo defienden los sistemas de transporte guiados, como los trenes; precisamente como alternativa a su aversión hacia las carreteras.

En Canarias no. En Canarias también los trenes se ven sometidos a la descalificación de movimientos ecologistas como Ben Magec. La línea ferroviaria Santa Cruz - Las Américas ha sido recurrida antes incluso de que el proyecto técnico esté concluido, antes de que se pueda concretar si existe o no daño ecológico alguno y cuando su previo Plan Territorial ha superado todas las pruebas de resistencia habidas y por haber; después de siete años de trabajo concienzudo y de haber pasado por diferentes periodos de información pública con cientos de alegaciones resueltas.

Siete años después, lo único que Ben Magec puede alegar ante el juez es que piensa que el Cabildo de Tenerife no tiene competencias para ello; a pesar de que el Gobierno de Canarias le ha reconocido esa capacidad y ha aprobado su plan territorial para el tren . Y cuando el Estado le ha aportado los primeros cinco millones de euros para diseñar su proyecto.

Los argumentos eran endebles y el juez ha desestimado inicialmente la paralización que reclamaban los ecologistas. Pero el hecho da una idea de que se está dispuesto a utilizar -como antaño- cualquier argucia jurídica a falta de argumentos reales y de peso.

Y el hecho pone de nuevo en evidencia lo que constituye una constante de la última década de "moda verde": la sociedad aspira constamente a una mayor comodidad, a un mayor bienestar, a mayor rapidez y accesibilidad. No quiere retroceder en nada de lo conseguido, pero asiste con cierta complacencia y sin ningún reproche a ciertos mesianismos catastrofistas [es difícil calificarlos de ecologistas] que obstaculizan de todas las formas posibles cualquier iniciativa pública que toque mínimamente el territorio. De la abusiva falta de respeto al medio ambiente podemos pasar al extremo contrario; de forma que se obstruya el desarrollo socioeconómico necesario para crear empleo en estos tiempos difíciles.

Ocurre ahora con los trenes de Gran Canaria y Tenerife; pero antes pasó con carreteras que, de no existir, nos hubieran llevado al colapso y al infradesarrollo. O con los radares necesarios para garantizar la seguridad aérea. O con el Puerto de Granadilla, imprescindible para crear esa plataforma tricontinental que no se sostiene sobre el aire. O con las centrales de gas, vitales para que Canarias reduzca la emisión de C02 y para reducir nuestra factura energética . La lista es más amplia. Y hablamos de iniciativas publicas con medidas de corrección medioambiental notables cuando tienen impacto.

Los mismos combatientes contra bienes de interés general claros se despreocupan de todas las indisciplinas urbanísticas cometidas en el ámbito privado y, en algunos casos costeros, hasta puedan llegar a movilizarse abiertamente a demoliciones dictadas por los jueces.

En Avante Canarias creemos que es factible conciliar la protección del medio ambiente con el desarrollo de infraestructuras necesarias para que dos millones de habitantes puedan seguir progresando. Para que podamos superar la crisis y encarar el futuro sin vernos abocados a migraciones masivas como antaño.

El tren al Sur está siendo desarrollado con meticulosidad. Tiene todavía un largo recorrido hasta el inicio de las obras y la puesta en servicio de todo el tramo, no prevista hasta 2016 o 2017. Ha de superar la difícil prueba de su financiación en estos tiempos en que las arcas públicas están exhaustas. Pero si no es arropado por la sociedad puede correr la misma suerte que otras esperanzas frustradas.

Al doble aislamiento de Canarias se puede sumar en el futuro el aislamiento interior. Con carreteras colapsadas y sin trenes, mejor quedarse en casa. Nosotros y los doce millones de turistas que en buena parte sostienen nuestra economía.