CHARLES Darwin los utilizó en los albores de la Paleontología para exponer los fundamentos recogidos en la obra "El origen de las especies". Pero en la susodicha no se explica si el hombre es descendiente modificado de alguna forma de vida preexistente. Dos siglos después, y coincidiendo con el segundo centenario de su nacimiento (1809), sigue habiendo discrepancias entre los partidarios de la raza doméstica y los afines a la teoría de los antepasados más remotos del "homo sapiens". Mono o mona, en el caso de utilizar el lenguaje habitual de los políticos (echando por tierra el género epiceno), o pájaro y pájara, de plumaje basto o fino, si el "cantamañanas" pertenece al coro de Las Palmas.

Pero a lo que iba: es rigurosamente cierto que los monos se pasan la mayor parte del tiempo en las zonas de la selva donde el agua es abundante y la arboleda les brinda la posibilidad de moverse sin temor a los depredadores. ¡Pero ojo, porque si a estos monos se les da la mano, como son proclives a halar de lo ajeno, se quedan con el guante, el escapulario y la rebeca! Me quedo corto si digo que son unos traviesos de mucho cuidado. Lo mejor es dejarlos en su hábitat natural, porque, si no, patalean como los monos de Gibraltar que Darwin seleccionó para trastocar el viejo concepto de la creación. No hay nada más que podamos destacar de estos simpáticos y peliculeros animalitos de Dios, salvo que trepan muy bien por los árboles de la selva y hacen piruetas sin perder el equilibrio. De ellos aprendieron los "políticos del Gobierno". Incluso con las crías aferradas a la cintura se movilizan por las zonas dispuestas por los ecologistas para celebrar la monería. Como digo, da gusto verlos correr en plena naturaleza; manipulando y poniendo patas arriba todo lo que se menea. ¡No se imaginan lo gracioso que resulta verlos entre los riscos de Las Palmas dispuestos a "prolongar" el recorrido del trenecito y justificar la inversión!

Y hablando de "monadas", una cosita para los incordios de enfrente: se pueden ahorrar los mensajes entrecortados y estúpidos que me envían como respuesta a una realidad que no va a cambiar la superficie de un territorio que tiene la importancia que tiene y sanseacabó. ¿De acuerdo? Por suerte, no vivo del cuento; de eso ni hablar. ¡Y menos con el asco que me producen los parásitos y los bichejos que babean y se arrastran por doquier! Yo, boberas, soy rico en todos los sentidos, de salud y de fatiga; lo demás viene solo. ¿Estamos? Y vayan ustedes a freír la mona de pascua, porque a mí no me apetece perder el tiempo sin más. Punto.

Dicho esto, sepan que lo peor está a la vuelta de la esquina, y que el año entrará con dificultades para remontar el vuelo con normalidad. Es más, con los sablazos y las mentiras de ZP, por lo menos una generación (25 años) de infantes no va a poder competir con los vecinos de la UE. Pero ¿saben por qué? Porque no hay un par (¿?) de lo que hay que tener para cortar por lo sano y plantear una estrategia de desarrollo sin el beneplácito de los sindicatos y los comunistas. Y luego, para más inri, ¡hala!, dan al traste con el crucifijo de las escuelas. En fin, qué les voy a contar. Si a Zapatero le da por practicar juegos sucios con los comunistas que aprovechan para ¿rebajar? el credo del 80 y tantos por ciento de los españoles. Normal, lo que se dice normal, no lo es, por muy laica que sea la Constitución del Estado. Sin embargo, los herederos de Marx (media docena de resentidos) pasan por alto que, además, la religión de Cristo, Hijo del Padre, forma parte de la cultura de este país. Incluso vemos a los políticos en las procesiones. ¡Tiene gracia! Menos mal que el cristianismo es caridad sin ventajas ni contrapartidas para recibir a todos de mil amores. ¡Y que Dios los coja confesados!