LA ILUSIÓN de jugar para conseguir algún dinerillo extra, o caudal de fortuna suficiente para vivir el resto sin dar gongo, la acaricia buena parte de la población. Es lógico, mientras Zapatero no tome medidas contundentes para generar confianza en los empresarios que se la juegan en una guerra sin cuartel con los bancos, la competencia, los sindicatos, los proveedores y/o las haciendas de los territorios respectivos; que tanto monta. Luego esto se refleja en el comportamiento de los que pasan el tiempo deambulando y sin hacer nada que valga la pena, puesto que la ilusión por un trabajo se diluye sin que nadie lo remedie. Pero si a esto añadimos que el número uno del Gobierno confunde el repertorio de la Ley de la Economía Sostenible con el "desarrollo sostenible del hombre con la naturaleza", entonces, amigos, no hay nada que "rascar"; mejor cojan las maletas y ¡hala!, a probar suerte en otra parte del planeta verde, o azul-verde, lo más lejos posible del "cenizo" que piensa lograr la recuperación exigiendo mayor esfuerzo fiscal a los paganos del perímetro depauperado de la piel del toro.

Pero entre una cosa y la otra, la gente pierde el tiempo y el dinero en los juegos de azar, tal es la obsesión de hacer fortuna sin esforzar el cerebro y las extremidades. Incluso los hay que dilapidan el salario del mes jugando en las máquinas de los bares hasta quedarse sin un euro en la cartera. ¡Cuántos matrimonios rotos por el cabeza de familia acaban con el patrimonio tanteando a la suerte en los casinos! O por jugar en exceso a la lotería, bonoloto, primitiva, quiniela, ciegos, bingos, etc. Y esto, claro, bajo la mirada de papá Estado, exponente oficial de los vicios repercutibles en los incautos que pretenden hacerse millonarios mediante un golpe de suerte, o bajo los auspicios de las matemáticas (cálculo de probabilidades), en cuyo caso el premio es seguro al cien por cien, con la particularidad, llegado el momento de sumar los gastos, de haber invertido casi, casi, o igual, que lo obtenido en el premio; o sea, lo comido por lo servido. Este es el caso de las personas que hacen las apuestas por mediación de grandes peñas organizadas al efecto de garantizar el importe empleado y poco más; sin la pretensión de obtener un premio millonario y dejar de trabajar indefinidamente.

En fin, no quisiera resultar inoportuno en este día y a esta hora de hoy, 22 de diciembre, a poco del gordo?, o a punto de los niños del colegio de San Ildefonso cantar: "Veinte mil doscientos?". Cincuenta mil euros, etc., etc. Ensayado cientos de veces para la ocasión. Ante las miradas y oídos de los que esperan que les toque el gordo; o los parientes de éste, los premios menores, o la pedrea, que casi siempre da para jugar a la lotería del Niño. Y así, sucesivamente, hasta tanto ZP haga algo que valga la pena con los empresarios, los parados, los pensionistas... Descendientes de los desterrados hijos de Adán y de Eva, que ahora me entero de que Dios los expulsó por comer higos de leche, más delicados que "mandarse" una manzana reineta de la finca de Arroyo.

En resumen: cuidado a la hora de invertir los premios "grandes y robustos", no vaya a ser que la ambición rompa el saco, la salud y todo lo demás. O se les ocurra agenciar bienes o ¿invertir? en bolsa sin atenerse a la movida de los mercados en tiempos de crisis, so pena de perder hasta la camisa.

Amigos: la suerte está echada; las bolas habrán salido más o menos apresuradas y caprichosas del bombo, y el gordo habrá caído en cualquier punto del orbe; salvo en Canarias, que jugamos menos y pintamos ídem. Hasta en eso salimos mal parados los canarios; pero descuiden, que se lo voy a recordar a la señora Oramas (con cariño, la menina, por el parecido del cabello con los de doña María Agustina Sarmiento, pintada por Diego de Velázquez para la familia real, etc., etc.), por si se encuentra con ZP y le pide un bombo para la "gran", que falta le hace para poner en marcha el tren del "Chachachá". ¿Estamos? ¡Un favor se le hace a cualquiera!