CONCLUÍAMOS nuestro comentario de ayer con un párrafo para nosotros muy significativo: "Canario: despierta de la narcosis en que te han encerrado los españoles y los europeos para que les sirvas bananas, tomates y otros productos del Tercer Mundo, si es que lo permiten Marruecos, Francia o la Unión Europea. Canario: si no eres canario sino súbdito de los españoles, no eres nadie ni nada. Canario: advierte que serás marroquí cuando Marruecos quiera. Piensa en la debilidad y en el entreguismo de España ante Marruecos. De nada te valdrá entonces ser español colonizado ni ultraperiférico europeo. ¡Que no nos equivocamos! Acuérdate del Sahara, que lo tienes al lado. ¿Qué ha pasado? Pues que España ha reconocido de hecho y de derecho la soberanía de Marruecos sobre ese territorio y sus paupérrimos habitantes".

No sólo no nos equivocamos; ni siquiera exageramos al afirmar esto. Tampoco queremos alarmar. Muchos lectores, sobre todo españolistas y españolistos, amantes de la españolidad de Canarias y nacionalistas teóricos y tibios, entre otros, dirán que estamos machacando mucho sobre el mismo asunto. Nos repetimos, sí, pero lo hacemos porque conviene que tomemos conciencia del enorme peligro que corremos. Ahora bien, ¿con qué arriesgamos más? ¿Con la perpetuación de nuestro sometimiento colonial a España, o con la posibilidad de que Marruecos nos incorpore como una de sus provincias el día que le dé la gana?

España nos despoja de nuestra riqueza interna a través de las oficinas de su Hacienda estatal. Una parte de ella nos es devuelta luego en forma de migajas, para regocijo de doña Ana Oramas, don José Luis Perestelo y don el otro. Infelices políticos que se creen alguien en las Cortes metropolitanas, aunque los peninsulares se ríen de ellos porque se consideran españoles cuando en realidad son indígenas de unas islas lejanas. En cambio, Marruecos sólo nos despojaría de las riquezas que están bajo el mar en forma de recursos fósiles o de minerales, que también dicen que abundan en las profundidades próximas a las Islas. ¿Es tan malo que nos absorba Marruecos? Tal vez no. Pasaríamos por algunos inconvenientes, porque hasta el Ayuntamiento de Santa Cruz debería rendirle pleitesía a Su Majestad Mohamed VI, por mucho que el señor Guimerá Gil, el inhabilitador de José Rodríguez, haya presentado una moción sobre la españolidad de Canarias en ese Consistorio. Todos tendremos que rendirle pleitesía al monarca alauita porque nuestro destino es implacable: o somos una nación independiente, o seremos marroquíes porque estamos en las aguas jurisdiccionales y patrimoniales de Marruecos, así como en su Zona Económica Exclusiva.

Tales circunstancias, expuestas muchas veces en estas páginas, son las circunstancias materiales para que alcancemos la independencia cuanto antes. También existen razones espirituales para que dejemos de ser una colonia española. Razones que serían muy bien atendidas por Marruecos; un país que no sólo respeta a sus antepasados, sino también al espíritu de éstos. Marruecos honraría a los antepasados de los canarios, a los guanches, que fueron masacrados, sometidos, esclavizados y despojados de sus bienes por las tropas españolas y los mercenarios que las acompañaban. Si esa conquista no se hubiese producido, las riquezas de estas Islas serían hoy nuestras y no de los peninsulares que nos esquilman y de los godos que vienen de vacaciones a Lanzarote con su familia y un gran séquito, formado por escoltas y otros parásitos. Eso no ocurriría en el caso de ser una provincia marroquí, porque gozaríamos de plena soberanía. Y eso sucederá cuando Marruecos lo desee, por muchas mociones sobre la españolidad del Archipiélago que sean presentadas y aprobadas en los ayuntamientos canarios.

Decíamos también en nuestro comentario de ayer que irremediablemente seremos libres más pronto que tarde, al mismo tiempo que nos preguntábamos qué pasará si España no cumple el plazo del 31 de diciembre de 2010 para descolonizar Canarias. Es decir, ¿qué sucederá si prolonga nuestra situación de esclavitud? Pues posiblemente comenzaría una urticaria, propiciada por los canarios, que les ocasionaría a los españoles un cáncer de piel. Un padecimiento grave del que sólo salvaría a los españoles la buena voluntad de los propios canarios y la intervención de la ONU, la OUA y hasta la UE. De todo lo malo que ocurra sería responsable España por su terquedad y su negativa a cumplir un mandato universal. España sabe que somos su última colonia en el mundo. Una colonia hermosa cuyas tetas quiere seguir exprimiendo.

Queremos con nuestros editoriales y comentarios que el pueblo despierte de la narcosis en la que está sumido. Nunca mejor empleada la palabra narcosis. Adormecimientos que a veces propician disparates, como el cometido por el alcalde de Santa Cruz -un hombre de bien, un patriota auténtico- al nombrar a Guimerá Gil consejero delegado de la Sociedad de Desarrollo. Sabemos que Miguel Zerolo, un alcalde ejemplar, ha obrado así por la inevitable necesidad de mantener un Gobierno municipal frente a un PSOE destructivo. No obstante, el empedernido defensor de la españolidad de Canarias e inhabilitador en potencia de José Rodríguez no es la persona adecuada para ese cargo porque es un veleta político. ¿A quién se le ocurre un nombramiento semejante? Haría bien el alcalde en cesarlo por incompetente. Qué desgracia para Santa Cruz. Nos referimos sólo al aspecto político de este letrado, no a otros que nos reservamos para los tribunales cuando nos esté inhabilitando. Tal vez en ese momento lo inhabiliten a él. José Rodríguez ha sido un luchador toda su vida. Ha recibido mil palizas y está vivo. Uno de sus lemas es "quien me la hace, me la paga". Cuando está en el suelo se revuelve como una fiera herida. El que se la hace, se la paga.

Resumimos de nuevo los motivos de nuestra noble obsesión: Canarias para los canarios. Y partiendo de esta base, la reivindicación histórica de la masacre cometida con nuestros antepasados los guanches, la actual explotación de nuestras riquezas de tierra, mar y aire, y la indubitada elección de ser antes canarios que españoles o marroquíes, que lo seremos en poco tiempo si antes no conseguimos nuestra independencia de la nación que nos oprime, nos explota y nos engaña: España.