CUANDO se ponía a insultar, a echar demonios por la boca y a provocar altercados por el barrio era único. Un fogalera que parecía siempre amargado, dando caña verbal. Después era bastante inofensivo. Pagaba con la ronquera castigadora la salida de tantos demonios juntos y a la vez por su conducto bucal. Se le conocía entre los vecinos más cercanos por el "barriga bicho", aunque también oí en alguna ocasión la denominación de vomitado refiriéndose a él. Seguramente el hombre había tenido experiencias duras, abducciones extrañas de extraterrestres, seguramente la vida no lo trató bien anteriormente o seguramente se acostumbró a mantener esa actitud frente a los demás mamones -palabra que repetía mucho-, pero lo que está claro es que traspasaba a su alrededor un empute vital que desquiciaba, soliviantaba, castigaba? como digo, quizás por rebote, amargando la vida de todos los que lo rodeaban, a los que tenía a su vez rebotados hasta la coronilla. Una cosa exagerada. Los niños, buscadores de ruidos, empezamos a acompañar su caminar por la calle con gritos de voz finita de ¡Barriga bicho! y a aquel sólo le faltaba eso para subirse literalmente por las paredes. ¡Bxbx putx co de la p..to y que te machaco la cabeza!... y escupía. Algún padre fue a partirle la boca encarándolo directamente, pero en el desafío físico cercano e inminente se arrugaba, aunque seguía insultando en plan metralleta sin detenerse. Los padres decían: una de dos, o lo cojo por la pechera y le aflojo un manta palos que se le quitan las ganas, o me doy media vuelta y lo dejo por loco. Me acuerdo que de vez en cuando te tiraba un zapato, como a Bush, y por supuesto ya se quedaba sin ese calzado para toda la vida, con lo que no le compensaba demasiado.

En la política y también en las dinámicas empresariales, estatal, canaria, sobre todo local y ante el desquiciamiento general que pretenden llevar a la calle unos y otros, empieza a cotizarse al alza la figura del "barriga bicho", que puede o no estar envuelto en un título profesional o en toga, pero que a mi juicio representa o simboliza la aparición de uno de los jinetes que van a corretear por este territorio abonado durante los próximos años. Parece que lo que aterriza es el desquiciamiento o la acción y efecto de desquiciar.

¡¡¡Señooooooora, ha llegado el desquiciador!!! Que es como el afilador, anunciando con su pequeña flauta la posibilidad de repasar las puntas de los cuchillos y puñales, sacar filo. El sonido del afilador, en algunos puntos de Canarias, se considera como un mal presagio. ¿Se acuerdan de la bicicleta con su rueda preparada y las chispas? Todavía queda algún buen sobreviviente en nuestras calles, la rueda moderna ha acabado prácticamente con ellos.

Sinónimos de la palabra son, por ejemplo: desatinado, desorbitado, exagerado, nervioso, perturbado, trastornado, descompuesto, fastidiado, desvariado, roto, enloquecido, estropeado, ...

He buscado técnicas sencillas para no acabar de los nervios, como un barriga bichos:

¡No personalices! Cuando una situación te supera y sientes que estás al borde de un ataque de nervios, imagina que le está ocurriendo a otro, por ejemplo a tu mejor amigo/a, ¿qué consejo le darías? Aplícate lo que tú mismo aconsejarías.

¡Elimina la tensión! Trata de controlar los impulsos, utilízalos a tu favor para acabar con el desquiciamiento. Túmbate boca arriba sobre una colchoneta o bien en la cama (la superficie debe ser firme pero cómoda) y cierra los ojos. Mantén brazos y piernas ligeramente abiertos.

Repite mentalmente de forma regular y pausada "estoy tranquilo", "me siento relajado", concentrando frases mientras respiras profundamente inhalando por la nariz y soltando el aire por la boca muy lentamente. Te calmarás casi de forma automática y relajarás la musculatura.

¡Bosteza mucho! El bostezo ralentiza la respiración y envía instantáneamente una señal de relajación, bienestar y sosiego. Abre la boca ampliamente en el bostezo para potenciar su efecto relajante en cuerpo y mente.

O empieza a hacer musicoterapia, que viene a ser oír música o yoga que viene a ser la unión o integración del alma individual con Dios (entre los que tienen una postura de tipo devocional religiosa), o bien el desarrollo de la conciencia espiritual (esto es, el percatamiento de la naturaleza, origen y destino espiritual del ser entre los que tienen una postura racionalista atea o agnóstica).

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