POR UN LADO, el belén es la representación plástica de escenas de la Natividad de Jesús de Nazaret, "el niño", y se suele exponer en iglesias y hogares. La construcción y exhibición de belenes forma parte de la liturgia navideña en muchas partes del mundo, especialmente en la tradición católica mediterránea.

Por otro lado, se sabe del uso del árbol desde épocas remotas, adornado y venerado por los druidas de centro-Europa, cuyas creencias giraban en torno a la sacralización de los elementos de la naturaleza. Estos pueblos celebraban el cumpleaños de uno de sus dioses adornando un árbol perenne, coincidiendo en cercanía con la fecha de la Navidad cristiana.

Entonces, el niño preguntó: ¿Cuándo nos quitan? ¿Cuándo nos introducen en el cajón? Pues, seguramente, en unos días. Terminada la fiesta. Cuanto antes mejor; la gente ya querrá pasar página. Desde que se pueda, los habitantes de estas islas se abalanzarán en hordas armadas de fregonas y escobillones, bolsas y cartones, sobre el desvalido árbol y, primero quitándole con saña las bolas y las luces, lo desmembrarán y desmontarán a cachos inertes. Sin piedad ninguna, al boquete con él. Igual que con el eterno nacimiento, con los mismísimos camellos, reyes, pajes y pastores de testigos que se enterrarán directamente en una caja con el niño Jesús, la Virgen y san José revueltos y mezclados con ángeles, pastorcillos, gallinas y casas, en un acto que si se percibiera desde la perspectiva realista podría adquirir un tinte de crimen masivo con fosa común. Todas las bolitas y figuritas, al cuarto trastero, a la azotea, al garaje..., donde los oscuros y escondidos recovecos velarán por ellos. Fuera, go out con la celebración, que de paso puede ayudar a buscar los disfraces de Carnaval e ir completando lo que puede faltar.

La vorágine terminará cuando la simbolización a modo de luces y mensajes, en las calles, en los comercios, en los espacios públicos y en las casas sean retirados. El arbolito, que representa esa tradición nórdica importada, y el belén, que configura la tradición cristiano-mediterránea importada, como todo, dejarán de acompañarnos y mutaremos aparentemente a otro estado en el que imperarán diferentes mensajes como las cuestas, las subidas de precios, las rebajas, los proyectos de consolidación de Canarias, la presidencia española de la UE...

Y, habiendo perdido seres queridos, se pone uno trascendente o consecuente. ¿Cuándo nos quitarán a nosotros? ¿Qué clase de broma es un flash tan corto de percepción sobre una obra de teatro, como es la vida, en la que pocas veces interpretamos el papel interior que queremos o nos corresponde?

El tiempo de estancia va a depender de la biología, la alimentación, la calidad sanitaria, la tranquilidad, la paz y de otro montón de cosas más. Aquí estamos pululando buenamente hasta que Dios quiera o hasta que algún elemento, enfermedad, virus, bacteria... castigador de la naturaleza frágil del cuerpo se abalance y nos quite de en medio en un "pihpah".

Pues, aunque no signifique nada para cada caso concreto, el "cuándo" se puede visualizar en una media que se denomina esperanza de vida, que parece ser que, por primera vez en la historia del mundo desarrollado, y según indicios preocupantes, puede bajar, con tanta comida basura y tanto estrés, en el futuro próximo.

Se calcula aritméticamente sumando las edades hasta las que aguantaron nuestros antecesores y se divide por el número de ellos. Las mujeres viven en todas partes más que los hombres; no es justo. Hasta ahora, en el mundo desarrollado sólo subía y subía. Por ejemplo, en Canarias se ganó más de siete años con respecto a 1981.

Para empezar, vemos que existen diferencias abismales entre las distintas zonas del planeta. La media mundial era de 66,7 años. En Canarias podemos flotar ahora algo por encima de los 79,16 años. En Europa y América del Norte la media era de 77,6 años; en Oceanía, de 74 años; en Latinoamérica, de 71,5 años; en Asia, de 61 años, y en África, de 49,1 años.

Según el informe anual de la ONU, los Estados con menor expectativa son Zambia con 37,5 años, la República Centroafricana, con 39,3 años; Malawi, con 39,7 años, y Sierra Leona, con 40,8 años.

Los de mayor expectativa son Andorra con 83,51; Japón, con 82 años; Macao y Hong Kong, con 81,6 años; Islandia, con 80,7 años, y Suiza, con 80,5 años.