¿CUÁNTAS veces he dicho que admiro a los comentaristas que se ven obligados a escribir un artículo -o varios- al día? Dejando a un lado que viven de eso, de lo que su publicación o difusión les reporta, buscar un tema del diario acontecer para trasladarlo al p... folio, como dicen algunos, es una tarea más ardua de lo que muchos pueden imaginarse. Para poderla realizar con éxito es preciso abordar cualquier tema -político, religioso, deportivo...-, pues si se dedica a tratar sólo uno de ellos llegará un momento en que resultará repetitivo y dejará de contar con el favor de su público. Debido a eso es lógico que cuando surge un acontecimiento destacado, sea cualquiera su índole, podemos tener la seguridad de que será tratado en los días sucesivos por la mayoría de los cronistas bajo su particular punto de vista.

Imaginemos un suceso en el cual pierden la vida varias personas. Tras la escueta y apresurada información de las circunstancias que concurrieron en el suceso, durante los próximos días aparecerán indefectiblemente las opiniones -a menudo, hay que decirlo, infundadas- de quienes se sienten capacitados para ello gracias a informaciones "fidedignas" que han recibido. Se dice entonces, pongamos por caso, que la causa del suceso fue un cortocircuito en el cuadro eléctrico del edificio, o la avería de los frenos del vehículo, o la explosión de una bombona de butano, o la rotura de los cables del ascensor, o la fractura de un muro de contención, etc. Cada comentarista tratará el asunto, como antes dije, con mayor o menor fortuna, pero hay una cosa cierta en esa labor: el artículo, la crónica o el comentario del día ha quedado pergeñado.

Sin embargo, hay veces que los cronistas coinciden totalmente al analizar algunos hechos, y eso es lo que ha ocurrido cuando todos se han puesto manos a la obra para expresar sus opiniones o valoraciones sobre el año que nos ha dejado: 2009 ha sido el más nefasto que muchos recuerdan en todos los sentidos. Y no sólo por la crisis económica que todos los pueblos y naciones han vivido, y viven, sino por los innumerables problemas que como torrentes incontrolados han azotado a las diferentes administraciones que rigen la vida del país. Guerras lejanas donde nuestro ejército participa, catástrofes naturales con pérdidas humanas, accidentes de todo tipo, atentados, pobreza, paro... Los grandes periódicos nacionales no se editan en la actualidad sólo donde está radicada su sede social, sino también en las ciudades de cierta importancia. En éstas, gracias a la "red", el formato es el mismo para las diferentes ediciones, si bien incluye bastantes páginas con la información local. Lógicamente, la que se ofrece sobre otras provincias disminuye, con lo cual es imposible hacerse una idea clara de los problemas que afectan a los sevillanos, sorianos, conquenses o coruñeses. Para conocerlos es preciso leer los rotativos del lugar, oír sus emisoras de radio o ver sus televisiones autonómicas; o, a falta de eso, consultar la información que se facilita por internet. Vemos entonces que los problemas que aquejan a todas las ciudades son los mismos: los ayuntamientos no hacen caso de las quejas ciudadanas, la recogida domiciliaria de basura es muy deficiente, muchas calles necesitan ser asfaltadas, la iluminación es deficiente, los graffiti estropean hasta las fachadas más representativas, la delincuencia impide el normal desarrollo de la actividad ciudadana... ¿Para qué seguir si los problemas son los mismos que nos afectan a nosotros? Con todo esto a cuestas ¿qué vamos a decir del año que nos deja? Pues lo que han dicho, con normal unanimidad, los comentaristas periodísticos: adiós, 2009...

Pero teniendo en cuenta la información que internet nos facilita ¿podemos albergar esperanzas respecto a lo que nos deparará 2010? ¿Será éste peor que el anterior? La respuesta tardaremos tiempo en conocerla, aunque, para ser honestos, difícil será que mejoremos, puesto que nuestro "modus vivendi" nos hace muy frágiles ante las circunstancias actuales. Estas nos envuelven como una red de fina malla. Lamentamos nuestro exacerbado consumismo de antaño y nos preguntamos qué está pasando, por qué ha cambiado tanto la vida en tan pocos años. Porque ha cambiado, de eso no hay duda, y a peor. Nuestras actuales carencias y privaciones, después de tantos años de abundancia, nos han dejado con los glúteos al aire, sin capacidad de reacción, de modo que nos hemos hecho egoístas, indiferentes hacia los demás, pues bastante tenemos con nuestros problemas; ese es el bagaje que nos ha dejado 2009.

Dicen algunos economistas que la culpa de la crisis económica la tenemos nosotros mismos, y dan una razón muy lógica para justificar su afirmación. Hay cuatro millones de parados, eso nadie lo niega, pero también es cierto que muchos millones más trabajan y cobran su sueldo; algunos sus sueldos. Pueden pues continuar gastando lo que antes gastaban, es decir, cambiar de coche cada cinco años, irse de viaje cuando tengan vacaciones en su empresa, salir a cenar con sus amigos cuatro o cinco veces al mes, etc. Si no lo hacen es porque ven el futuro bastante oscuro, con lo cual provocan que la crisis se acentúe al disminuir el consumo. ¿Es cierto esto o se trata de una simple teoría?