A la memoria de los cirujanos Miguel Pérez Camacho, Amílcar Morera Bravo, José González Sobaco y Adelto Hernández Sosa

NO FUE HASTA 1950 que la isla de La Palma pudo disponer de una técnica novedosa, el electrocardiograma, gracias a que un médico inquieto por las enfermedades cardiacas y la hipertensión arterial que ejercía en Tazacorte, Manuel Morales, beneficiado de una herencia en Cuba, con los intereses de ésta adquirió un electrocardiógrafo. Recuerdo muy bien en la década de los sesenta el peregrinar de muchos familiares, por mi casa en Los Llanos de Aridane, que acudían a la consulta en Tazacorte de don Manuel Morales para someterse a los dictámenes de tan sofisticado aparato, el único en la isla. Movido por la curiosidad, escuchaba las conversaciones de mis padres sobre la admiración y el respeto que el médico de Tazacorte les producía.

La calva elegante y altiva de don Manuel no pasó para mí desapercibida cuando le veía pasar muy estirado en el lado derecho del sillón trasero de un taxi, como tampoco pasaba inadvertida cuando los jóvenes de entonces paseábamos por la avenida de Tazacorte, ida y vuelta sin parar, y nos apartábamos prudentemente para dejar paso al taxi donde viajaba don Manuel para visitar enfermos. Para mí, ilusionado con llegar a médico, todo lo que contaban de él me resultaba especialmente interesante, y, desde luego, la imagen y el perfil que me hice de él influyeron mucho en la elección de la carrera de Medicina.

Me decían que procedía de una familia muy humilde de Mazo, huérfano de madre siendo niño, que estudió en Madrid a base de préstamos y que aprovechaba las vacaciones para asistir a congresos por toda Europa. Una referencia que me vino perfecta para servirme de excusa y argumento familiar en la ayuda que necesitaba para estudiar Medicina en Cádiz. También sentí admiración por otros médicos, pero reconozco que en aquellos primeros años de la década de los sesenta en que vivía en Los Llanos de Aridane fue el que más me llamó la atención e influyó en mi firme propósito de ser médico. Por eso tengo guardada en mi memoria y en mi corazón la imagen física y mentalmente corpulenta de don Manuel.

La figura de Manuel Morales era motivo de reiterada y discreta conversación: su llamativa soltería, su escasa familia, su ausencia en todo evento social o pronunciamiento político, su aparente distanciamiento de los demás, su soledad con la que parecía estar por encima del bien y del mal, todo lo llenaba de una aureola enigmática, de una contradictoria personalidad. Y, sin embargo, su bagaje cultural e intelectual resultaba indiscutible y prodigioso para las pocas personas que le pudieron tratar, si bien con escasa intimidad. De ahí la admiración popular por un librepensador entregado en cuerpo y alma durante sesenta años al ejercicio de la Medicina de pueblo, siempre fiel a Tazacorte, que, sin embargo, nunca pronunció una conferencia, apenas escribió algo sobre su pensamiento y jamás presentó una comunicación en los múltiples congresos a los que asistió.

Nacido en el barrio Monte Breña, de Mazo, un pueblo que asombra por los personajes que ha dado a luz, como el político republicano Alonso Pérez Díaz, el pintor Gregorio Toledo, el cirujano Amílcar Morera, el arzobispo Elías Yanes y los rectores universitarios Manuel Martel y Enrique Fernández Caldas, don Manuel conoció en Madrid siendo estudiante a Ramón y Cajal, Gregorio Marañón, Juan Negrín y Ortega y Gasset, entre otros, pero su destino le llevó a vivir para siempre con el pueblo vagañete que el 5 de octubre de 1986 salió a la calle sin excepción alguna para acompañarle en su último viaje por las calles de su Tazacorte tan querido, su pueblo de adopción, al que dejó todas sus riquezas y pertenencias, siguiendo viva su memoria a través de la obra que realiza la fundación que lleva su nombre, gracias a la que muchos jóvenes palmeros han visto realizado el sueño de una carrera universitaria.

El pasado Día de Reyes me encontraba en La Palma y recibí un valioso regalo de mi buen amigo Manolo Concepción, el libro de Celestino Hernández Sánchez "Manuel Morales, médico humanista", editado por el Cabildo Insular, con prólogo de Fernando Fernández. Después de leerlo apasionadamente desaparecieron los enigmas que tenía sobre la gigantesca dimensión humana y profesional del médico de Tazacorte.

de Cirugía General y Digestiva

del Hospital de la Candelaria jvicentegbethencourt@yahoo.es