LOS CANARIOS hemos entrado en el nuevo año con dos sucesos que nos han puesto los pelos de punta, Pepe Ignacio. Por un lado, el apagón que el pasado domingo paralizó durante una hora nuestros aeropuertos, debido, según Aena, a "una concatenación de fallos en los sistemas de supervisión y vigilantes de tensión que alimentan a los automatismos de los interruptores de las redes de energía de Unelco y de los grupos electrógenos de emergencia", y, por otro, la solución que dio el ministro de Fomento, don José Blanco, al presidente del Archipiélago, don Paulino Rivero, quien viajó de urgencia el pasado jueves a Madrid para interesarse por el arreglo de esos fallos, que, aparte de retrasar a más de 350 vuelos en plenas vacaciones de Año Nuevo, tiraban por tierra todo el esfuerzo de la costosa campaña del Gobierno canario y los empresarios por atraer nuevos turistas europeos.

Pepiño Blanco, en línea con las tácticas de este Gobierno del Estado con la mayoría de los problemas a los que se enfrenta, se preocupó de buscar de nuevo al chivo expiatorio de los controladores y reiterar una vez más las promesas de que bajará las tasas de los aeropuertos para que Canarias sea un archipiélago "low cost", como quieren las líneas aéreas europeas y españolas. Pero, aparte de los problemas de inversiones en infraestructuras vitales de servicio en nuestros aeropuertos y del enfrentamiento de Aena y del Gobierno central con los controladores, un sindicato que escapa a su control, no es lógico que un ministro diga que si no entran por el aro los controladores los sustituirá por homólogos del Ejército. Es como para echarse a temblar.

Los controladores explotarán su situación, probablemente de privilegio, porque durante muchos años han sido ellos pieza fundamental para el incremento progresivo del acceso por vía aérea a nuestra nación de millones de visitantes que fortalecían nuestra más dinámica industria nacional: el turismo. Lo que no puede hacer don Pepiño es amenazar con publicar los sueldos de los controladores y sustituirlos por militares sin que eso repercuta en la estabilidad del tráfico aéreo y socave la confianza de nuestros clientes turísticos extranjeros en la seguridad de nuestros aeropuertos.

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Ya tenemos bastantes recuerdos dolorosos sobre el manejo de los aeropuertos en situaciones de crisis, como la que sucedió el 27 de marzo de 1977, cuando dos jumbos de KLM y Pam Am -desviados de Gando a Los Rodeos por amenaza de bomba- chocaron en la pista tinerfeña dando lugar a la muerte de 583 vidas humanas, y sobre todo graves dudas internacionales sobre la seguridad y el buen funcionamiento de nuestros aeropuertos. Con la seguridad no cabe hacer política ni corporativismo ni mucho menos pretender convertirnos en un destino "low cost". Lo que va contra todo el esfuerzo que hace nuestra industria turística de reconvertirse hacia un turismo de calidad.

No sabemos exactamente cuánto ha bajado la afluencia de turistas a Canarias el año pasado. Ya nos lo dirán suficientemente adulterado para que los contribuyentes sigamos pagando para que haya subvenciones y subsidios para todos los malos empresarios que sólo saben sobrevivir con ayudas públicas, aún en tiempos de "vacas gordas". Todavía nos estamos preguntando qué hicieron de sus beneficios de entonces, tanto los empresarios turísticos como los promotores del ladrillo. Que se lo pregunten, Pepe Ignacio, a los tesoreros de este sistema de partidos que corrompe nuestra "sui generis" democracia.

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Pero no hay que preocuparse, Pepe Ignacio. Todo esto se arregla con un "comité de sabios" como el que reunió Zapatero el martes en Moncloa, compuesto nada menos que por sus correligionarios Felipe González, la vicepresidenta Salgado, su antecesor, Pedro Solbes, y el ex ministro de Economía de Miterrand y ex presidente de la Comisión Europea Jacques Delors. Todos ellos "campeones del paro", como Zapatero, cuando tuvieron responsabilidades de Gobierno. Por eso se quitó de en medio el actual responsable de Economía y Finanzas de la Comisión Europea, el ex ministro de Trabajo Joaquín Almunia, sabedor de que en ese café de buena mañana no se iba más que a servir de florero a una de tantas fotos con las que el presidente vicario de la UE pretende adornarse durante su "planetaria presidencia" de la Unión. Aparte de que Almunia ya conocía que debería acudir el viernes a la inauguración oficial del semestre con el presidente efectivo de la UE, Van Rompuy, el de la Comisión Europea, Durao Barroso, con el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, y la alta representante de exteriores de la CE, la socialista británica baronesa Catherine Asthon.

Ambas reuniones abren el turno de "fotos planetarias" con las que Zapatero pretenderá vendernos no sólo que nos saca del paro a los españoles, sino a todos los europeos. ¡Ojalá lo consiguiera, Pepe Ignacio, que hasta nosotros lo votaríamos! Pero desgraciadamente lo único que van a hacer es gastar nuestro dinero en propaganda, como esos 70 millones de euros presupuestados para el semestre de la presidencia española de la UE, que no dará lugar más que a viajes y fotos de familia y que tendrán su cumbre cuando Obama nos visite en primavera. Si antes no nos embarca en otra guerra que lo ocupe en salvarnos del terrorismo islamista.

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A juzgar por las socarronas valoraciones de la mayoría de la prensa europea y americana independiente de estos "encuentros en la cumbre" en Moncloa, la confianza de nuestros socios en el semestre planetario de Zapatero, inaugurado solemnemente el viernes con asistencia del rey de España, es bastante descriptible. La mayoría de nuestros socios europeos y americanos del Norte no están aplicando las políticas zapateriles de más impuestos y más gasto. Justo al revés, y son precisamente quienes recortan gastos y reducen impuestos los que ya están empezando a salir de la crisis. Así que las reflexiones de los "grupos de sabios" que convoca Moncloa acabarán sacando un conejo del pulóver con el que Felipe González acudió a la reunión del martes. Un atuendo que reflejaba su propia valoración del informal encuentro.

A lo mejor acaban proponiéndonos como Hugo Chávez, el amigo de ZP y Felipe, que ahorremos agua y luz y paguemos nuevos impuestos sobre el ahorro y las transacciones financieras, que ya hasta ve con buenos ojos el presidente de la UE, el portugués Durao Barroso. ¿Así quieren sembrar confianza para que los inversores apuesten por crear empleo, Pepe Ignacio? ¡Que santa Lucía les conserve la vista!