RODRÍGUEZ ZAPATERO ha sido siempre dado a contratar para respaldarse en sus consejos (¿con nómina o sin ella?) a algún que otro sabio, constituyendo un sanedrín para que lo asesoren en la gobernabilidad antes del Gobierno español y ahora en la presidencia volante de la Unión Europea durante los próximos seis meses.

La experiencia obtenida con ese asesoramiento sapientísimo para dirigir con tino y eficacia las políticas del Estado español, y más concretamente la económica, no ha sido muy fructífera que digamos, porque no hay más que remitirnos a los resultados y a la situación actual que dentro de la Unión Europea ocupa España para darnos cuenta de ello.

El paro, cuando en la UE está en una media del 9 por ciento, en España ronda el 18 por ciento, con una cifra que ya rebasa los cuatro millones de personas sin apenas expectativas algunas de trabajo.

La competitividad y productividad, lo mismo, en los puestos de cola. El endeudamiento y saqueo de las arcas del Estado, al borde de la quiebra fiscal, aunque por parte de la ministra de Economía, Elena Salgado, se diga que aún el Estado puede soportar un endeudamiento superior.

Y no digamos en lo que respecta a lo más importante, y que es la punta de lanza del desarrollo de un país, que son las políticas educativas, cuyo baremo más realista y definitivo es el fracaso escolar, situado a la cola y muy distante del puesto de cabeza que ostenta Finlandia y al que no se imita porque se es más papista que el Papa y se continúa enrocado en planes y más planes de estudio a cual peor y a hacer diagnósticos fallidos de las causas del mencionado fracaso. No hay una luz que alumbre de una vez y de manera clarita dónde está el quid de la cuestión para poner el remedio adecuado.

Pues bien, Rodríguez Zapatero, empecinado en su política de contratación de sabios, va a rescatar para sí a Solbes, que está en todos los momentos estelares, aunque su gestión haya sido desastrosa; a Felipe González, a Delors, político veterano francés de 84 años del que se tiene el recuerdo que la UE tuvo con él uno de sus mayores impulsos, y a Joaquín Almunia, que pasando por una presencia gris por la Ejecutiva del PSOE se resguardó en Europa y hoy, investido como comisario de la Competencia, se supone una personalidad de peso en este tipo de política y gestión.

De todos modos, ahora, aunque Rodríguez Zapatero esté en sus horas bajas, cuando las encuestas lo sitúan a unos cinco puntos de diferencia con el PP y con una incapacidad manifiesta, por las causas que sean, en las que no vamos a entrar, y, aunque haya tapujeado y falseado la realidad para arreglar su país, tenga suerte con el conjunto de la UE y que esos sabios que lo van a respaldar tengan la suficiente lucidez y capacidad intelectual para que así sea.