"Caliente como un chino". Así se siente Santiago Pérez, portavoz del PSOE en el Parlamento de Canarias, por la actitud de Gloria Rivero y Ramiro Cuende en la votación del Plan General de Ordenación de Santa Cruz; más bien por su ausencia en el salón de sesiones capitalino cuando se votó este asunto, pues ambos, con mejor o peor criterio pero en cualquier caso haciendo uso de la libertad que tienen como concejales, decidieron no acudir al tumultuoso pleno del 4 de enero. "Estoy caliente como un chino por lo ocurrido", manifestó Pérez en una emisora de radio afín a él y a los antisistema de estos alrededores. A los del "no a todo", para entendernos sin eufemismos.

Para empezar, no sé si eso de compararse con los chinos -o con quien sea- en cuestiones de temperatura mental y corporal es correcto o, por el contrario, cae en el terreno de lo denigratorio para quienes tienen otro color de piel; de ese racismo y esa xenofobia que tanto preocupan al propio Pérez cuando son otros -preferiblemente de ideología no progre- quienes, a su entender, incurren en tales actitudes. Personas, sobra recordarlo, entre las que este ínclito defensor de la política impoluta incluye al editor y director de EL DÍA. Concurre la circunstancia, digámoslo así, que Pérez es reincidente en esa fea costumbre de los tópicos hoy en día políticamente inadecuados. Ya en un programa de TVE, durante un debate con quien esto escribe, dijo un par de veces "indio no entender". Frase igualmente desafortunada desde la perspectiva de la tolerancia cero con el menosprecio a razas ajenas, que le fue criticada en varios artículos de prensa sin que el portavoz socialista, al menos que yo sepa, haya emitido una simple disculpa. Pérez nunca tiene que disculparse porque nunca se equivoca. Él habla ex cátedra, como el Papa. Como tampoco admite las críticas, afirmó en el mismo programa de radio que se siente acosado desde las tribunas periodísticas afines al régimen. Al régimen de CC y el PP, se entiende; como si el PSOE no tuviese el suyo propio, a cual peor. Le faltó decir que se siente perseguido por los estómagos agradecidos; una expresión que sí usan con profusión sus acólitos habituales. En fin, dejemos el enfado de Pérez y centrémonos en el motivo mismo del cabreo.

Si no hubiera ocurrido en el pasado lo que ha sucedido con la "democracia interna" del PSOE, diría que me sorprende la persecución emprendida contra Gloria Rivero y Ramiro Cuende por discrepar con las tesis del partido respecto al PGO; las tesis de un sector del partido, si hemos de hablar con propiedad. El caso es que no hay nada de qué sorprenderse. Ya en su momento fueron suprimidas, desde Madrid y de un plumazo, las primarias de los socialistas canarios. Había que evitar el afloramiento de personas críticas, y así se hizo. Lo malo para Pérez es que ahora se enfrenta a dos personas con mucho peso político. Gloria Rivero es diputada nacional además de concejal de Santa Cruz, y el PSOE local no ha hecho sino sumar votos desde que Cuende está en el Ayuntamiento capitalino. Con sus errores y aciertos, ambos tienen más categoría política que Pérez; dicho sea con la salvedad de que las comparaciones son lo que son. La suficiente clase, mírese como se mire, para que el portavoz socialista no pueda liquidarlos con facilidad.