HACE UN FRÍO que pela y media España sigue cubierta por un intenso manto blanco, lo que significa que estamos en invierno, que lo del cambio climático no termina de cuajar y que no es momento para las serpientes de verano, aunque políticamente, lo parezca. El año ha comenzado con cuatro millones de parados y subiendo, lo que debía tener a todos los políticos sin excepción concentrados y centrados en la búsqueda de soluciones que pongan fin a esta sangría pero no ¡qué va! En el PSOE están dando vueltas al molino de la sucesión y en el PP regodeándose del éxito que le auguran todas las encuestas. Es decir que los dos grandes se miran a sus pequeños ombligos, unos temiendo parecer el frío helador que hace en la oposición y otros añorando y relamiéndose pensando en un confortable y caliente futuro en la Moncloa.

Dicen que el presidente del Gobierno dice a algunos de los suyos que se presentará de nuevo a la reelección, que será el cartel electoral socialista del 2012 sin que nadie le haga un ruidito y que, salvo catástrofe, todo quedará más o menos como está. Dicen que el líder dice que sólo alguna mano negra del PP está abriendo el debate sucesorio en un intento de desgastar a su adversario, pero que ni así conseguirán ganar las elecciones aunque ganen las encuestas. Dicen que su "nomber one" está como una rosa, que se mantiene a resguardo aunque le caigan chuzos de puntas desde dentro y fuera de España y minimizan eso del desgaste y su enorme bajada de popularidad achacándola a la manida crisis que, para ellos, es un concepto etéreo y como tal afecta a todos por igual. Los más pelotas le dicen que es el mejor y que haga oídos sordos a cualquier atisbo de crítica venga de donde venga; los más sumisos se ponen a sus órdenes dispuestos a ahorcarse con él si hace falta y, los más desleales ponen una vela a Dios y otra al diablo por lo que pueda pasar. En lo único que coinciden todos, sin excepción, es en señalar la capacidad del PSOE para buscar un recambio de urgencia si hiciera falta y lo argumentan poniendo el ejemplo en carne viva de Zapatero y su ascensión al poder en un tiempo récord.

Lo que al parecer nadie le dice al líder de los socialistas es que debe poner remedio y con urgencia a la desafección que sienten los ciudadanos y no sólo por él sino por la clase política en general que es bastante peor. Lo que nadie le dice es que los jóvenes -aquellos a los que un día prometió no defraudar- se han echado en brazos de la abstención y miran con desconfianza todo lo que huela a política. Lo que nadie le dice es que no está el horno para bollos y que los estómagos agradecidos dejan de serlo el día que se acaba la subvención y ésta no puede ser ilimitada porque se hunde el chiringuito.

Lo malo que tiene la Moncloa no es sólo que se convierte, por una especie de maleficio, en una jaula dorada para sus inquilinos, sino que tiene un efecto narcotizante que te hace ver la realidad más palpable distorsionada debido a las altas dosis de halago fácil y barato que se respira en el ambiente. A mí, personalmente, me da igual que Zapatero deshoje o no la margarita de su propia sucesión y creo que para España no es vital saber si se presentará o no a las elecciones, pero lo que sí es vital es que su Gobierno y su partido estén a lo que tienen que estar: a intentar salir del agujero negro en el que se encuentra nuestra economía y no se busque y nos busque distracciones que sólo llevan a la melancolía y ni eso.