Tras la publicación reciente del libro "Las Islas Afortunadas: Historia y mitos de Canarias", de Carlos Calvet, y como quiera que en el capítulo noveno del libro se alude a mis trabajos, estableciéndose comentarios erróneos, cuando no tendenciosos, y tergiversándose las raíces básicas de mi investigación, deseo establecer algunas ¿imprecisiones? que son recogidas en ese apartado.

1. En primer lugar, aunque soy catedrático de Métodos Cuantitativos para Economía y Empresa, mi formación es matemática, con título de doctor en dicha especialidad.

2. En ninguno de mis trabajos he afirmado que los antiguos habitantes del Archipiélago Canario tuvieran conocimientos de aritmética que les posibilitara realizar cálculos y operaciones, aún los más elementales. Más aún, en la publicación "Astronomía y diversidad cultural", libro de actas de la Oxford VI and SEAC Conference, rebato los argumentos del profesor Álvarez Delgado, contando con una versión más detallada y extensa en el libro "Presencia del legado aborigen en la tradición oral: la evidencia etnográfica", GENETO: Ediciones y Distribución, La Laguna, 2003, p. p. 11-27.

3. Los comentarios que vierte el señor Calvet en el tercer párrafo de la página 194 sólo manifiestan una visión extremadamente simplista que no se corresponde con el análisis detallado que realicé en otra publicación, a saber: "La sabiduría popular. Técnicas y conocimientos científicos tradicionales en Canarias", Centro de la Cultura Popular Canaria, La Laguna, 1993, capítulo primero.

4. En lo relativo al uso de "tarjas", "taras" o tablas de contar, siempre he defendido su inexistencia entre los registros arqueológicos aborígenes, fundamentando mi opinión de su desconocimiento entre los antiguos pobladores, tanto desde el punto matemático como lingüístico, como comparece en la publicación: "Tecnología y economía en la tradición oral", GENETO: Ediciones y Distribución, La Laguna, 2007, p. p. 53-67.

5. De igual forma, el cómputo del tiempo cronológico, que Calvet asocia con el uso de un cierto sistema duodecimal, nunca ha sido confirmado en mis investigaciones, donde hemos optado por un modelo de adaptación a los ciclos mensuales y solares muy similar a aquellos reconocibles entre los sherentés del Brasil y los masais de Kenia (ver "Presencia del legado..., p.p. 123-130).

6. Respecto de las contabilidades que nuestras señeras venteras y pescadoras realizaban con "redondones", cruces y rayas, en todas las publicaciones que hemos editado hemos sostenido el origen moderno de tales símbolos, transmitidos de forma oral de generación en generación, muy cercanos a las cuentas que realizan los pastores toscanos o balcánicos, pero en nada concomitantes con alguna simbología aborigen, que siempre respondió a las necesidades de la escritura, y no a la de los recuentos. El autor debió apreciar estas conclusiones en la única referencia de mis trabajos no virtual que incluye en su libro.

Por todo ello es mi obligación alertar al lector sobre la inconsistencia de esta publicación, que en miras a fundamentar la reconocida visión de la cultura aborigen desde la perspectiva del buen salvaje que supuestamente se hallaban dotados de múltiples herramientas científicas, tergiversa, descuida las citas o pone en boca de otros falacias propias de quien desconoce la cultura de nuestros antepasados.

José Manuel González Rodríguez

(Catedrático de Métodos Cuantitativos para Economía y Empresa de la ULL)