HACEalgún tiempo, demasiado, algunos, muy pocos, venimos preguntándonos por qué, siendo Canarias un archipiélago, el mar que lo rodea depende de Marruecos y sus costas son controladas desde Madrid, con lo cual nuestras señas de identidad definidas en cualquier diccionario como "conjunto de islas agrupadas en una superficie de mar", quedan difuminadas por mor de decisiones estancadas y argumentadas desde el exterior, ajenas a estas tierras y, sin duda, muy próximas a los distintos gobiernos interesados geográfica y políticamente. La descripción, absolutamente subjetiva pero, a la vez, hermosa, que trata de explicar con sólo dos palabras dónde estamos y adónde debemos ir, esto es, "Archipiélago Atlántico", se conculca con frecuencia desde que sujetos foráneos determinaron cómo tendría que ser eliminada nuestra idiosincracia. Por suerte, a pesar de las barbaridades y atropellos perpetrados, aún podemos decir que estamos aquí y que somos ciudadanos hartos de acoger visitas gubernamentales engañosas e insultantes para el pueblo canario. Algún día esta situación tendrá que terminar para iniciar el camino del Estado Asociado, dentro de un federalismo que ya se distingue en el horizonte (lejos todavía), pero que constituye la vía idónea para alcanzar el mismo trato que otras autonomías-estado ya reciben en España.

Viene a cuento esta indignada y, a la vez, ponderada reflexión después de conocer los resultados de la visita de otro secretario de Estado más, en esta ocasión el de Cooperación Territorial, Gaspar Zarrías, quien, sin inmutarse, se ha cargado, con sus manifestaciones aplaudidas por el viceconsejero canario Javier González Ortiz y por la delegada del Gobierno, Carolina Darias, el formidable Plan Canarias aprobado en un teatral Consejo de Ministros celebrado aquí hace tan sólo tres meses y en el que se destinaron a nuestro Archipiélago 25.000 millones de euros... a cambio de los dos votos de Coalición Canaria para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. ¿Hay quien caiga en esta trampa tan infantil? No. Este señor de Madrid con corbata, el secretario, vino a anunciar que de aquello nada, que lo prometido y acordado se quedaba por el momento, en 10.000 millones, con lo que, una vez más, los compromisos que adquieren estos políticos mesetarios que desembarcan en las Islas de vez en cuando se transforman en abalorios que cuelgan de los cogotes de nuestros ilustres ineptos, especializados en el noble gesto de la genuflexión cada vez que visitan cualquier despacho de la capital de las Españas o asisten, asombrados como magos, a una sesión circense en el Congreso de los Diputados. Los emisarios que pasan unas horas entre nosotros regresan a Madrid con la misión secular cumplida.

Unas líneas de recuerdo a aquel ya inútil y costosísimo Consejo de Ministros celebrado en Las Palmas de Gran Canaria, que contemplaba como temas perentorios para Canarias los relacionados con el turismo y la industria. El primero ha sufrido, el pasado año, un descenso preocupante en el número de visitas. Desde aquí se apuntó y se insistió en la cogestión de los aeropuertos canarios y en una rebaja sustancial de las tasa como medida inmediata para incentivar el ritmo turístico como motor principal de la economía del Archipiélago. Casi todo depende de ese sector y las decisiones continúan tomándose (más bien no tomándose) a mucha distancia. Del aumento del sector industrial para diversificar la economía de las Islas, mejor no hablar, porque si transcribimos lo manifestado en octubre podemos llegar a una suma de despropósitos que han sido difuminados en declaraciones recientes por neonacionalistas y socialistas-obreros implicados, en la importante rebaja de dineros con destino a nuestra depauperada tierra. De cualquier forma, evoquemos aquellas hermosas palabras que encerraban un bello panorama para las Islas: "El Plan Canarias pretende diversificar las fuentes de riqueza de la Comunidad canaria en un contexto de sostenibilidad económica, social y mediambiental". Dicho lo cual, los ministros cogieron el avión... y ahora andan embrollándolo todo por Europa con la presidencia de turno y con ciertas amenazas económicas que ya han sido contundentemente rechazadas desde Inglaterra y Alemania y rectificadas inmediatamente por la vicepresidenta De la Vega, quien tuvo que marchar urgentemente a Bruselas a desdecir lo manifestado, imprudentemente, por Zapatero. Son los mismos que estuvieron en Canarias comprometiéndose con nuestro bienamado Gobierno autónomo, incluido el presidente Rivero, quien, tal vez contagiado por Zapatero, acaba de prometer 80.000 puestos de trabajo en 18 meses. Son buenas intenciones que colisionan, inevitablemente, con el escepticismo predominante.