A PESAR DE QUE EL TIEMPO se les puso en contra, CCOO y UGT salieron a la calle para protestar contra el anuncio del Gobierno de alargar el tiempo de trabajo, de 65 a 67 años, antes de poder jubilarnos. Verán, jubilarse a los sesenta y cinco es un derecho que no debemos dejarnos arrebatar. Otra cosa es que la jubilación sea voluntaria a partir de los 65, es decir que si alguien quiere continuar trabajando, lo pueda hacer.

El caso es que hasta ahora este Gobierno, pero también los anteriores, es decir los del PP, han permitido e incluso promovido jubilarse a partir de los cincuenta años. Bancos, grandes empresas, públicas y privadas, han abusado de estos planes de jubilaciones anticipadas mandando a casa a personas con apenas cincuenta años, en la plenitud de su capacidad laboral. Y lo peor es que estas jubilaciones anticipadas las han hecho con la aquiescencia de los sindicatos.

En la mayoría de las ocasiones, estas jubilaciones anticipadas no se han llevado a cabo porque la empresa tuviera dificultades o por exceso de personal, porque según salían los jubilados por una puerta por la otra entraban nuevos contratados. La diferencia entre unos y otros suele ser que los nuevos llegan con contratos precarios y con salarios inferiores a los de los jubilados. Ahora, los sindicatos se oponen, y con razón, a que Zapatero aumente la edad para poder jubilarse.

Y la del martes ha sido la primera manifestación contra el Gobierno que ha tenido que encajar Zapatero. Si bien es verdad que los sindicatos continúan teniendo una buena relación con el presidente, también es verdad que se han visto obligados a plantarse porque lo que nadie entendía, y mucho menos sus afiliados, es que quienes tienen que defender sus derechos no lo hicieran.

La actuación de los sindicatos en los últimos años ha sido harto discutible, han estado demasiado complacientes con el poder, o sea con Zapatero y habría sido imperdonable que en esta ocasión miraran hacia otro lado. Bien es verdad que aprovechando que se manifestaban contra el pensionazo, metieron como si en un cajón de sastre se tratara, otras consignas que nada tenían que ver con el aumento de la edad para jubilarse.

Hay quien asegura que tarde o temprano será inevitable aumentar el tiempo de trabajo, que la población envejece y para cobrar las pensiones y recibir beneficios sociales se necesitan cotizantes en la Seguridad Social. Puede ser, pero si un Estado necesita dinero, sobre todo para abordar una crisis económica tan tremenda como esta, lo primero que tiene que hacer es reducir los gastos, no invertir ni un solo euro en nada que no sea estrictamente necesario. Sólo cuando el Gobierno central y los autonómicos, amen de los ayuntamientos, den ejemplo de austeridad podrán pedir sacrificios a los ciudadanos. Hasta entonces ni un paso atrás en la defensa de los derechos de los ciudadanos.