D. José: Un afectuoso saludo con mi admiración y respeto de siempre. Sigo día a día sus artículos y le diré que, como canario, me siento solidario con todo lo que en ellos expone. Sin embargo, me devano la cabeza al pensar y hacer conjeturas (tengo 68 años) y llego a la conclusión de que España supo amarrar muy bien no sólo su poderío en las Islas, sino también las mentes de los isleños. Me explico: desde que tengo uso de razón hasta hoy no me había dado cuenta de cosas que pasan desapercibidas; no lo son tanto hasta que uno se para y reflexiona.

Por ejemplo, me he fijado que siempre las entidades de más relevancia y responsabilidad han estado ocupadas por peninsulares: Hacienda, Puertos Francos, Juzgados, Policía, Guardia Civil, Gobierno Civil, inspectores de Aduanas, etc., etc. Raramente ha ocupado un puesto de esos un canario, y siempre bajo las órdenes de un superior. Los maestros de escuela de aquella mi infancia y adolescencia también eran casi todos venidos de la Península, o sea, que, de una manera un tanto "estudiada", los españoles nunca han querido que los canarios destaquen en su tierra, y han tenido controlado todo en manos de los suyos. Así, cualquier atisbo de alarma reivindicativa colonial sería fácilmente cortado de raíz.

Nos han llenado de gentes buenas, pero en su mayoría mediocres que en su tierra eran Juanito y Manolito el de Concha, y al enviarlos a Canarias se convirtieron en D. Juan y D. Manuel con un buen piso y el Mercedes en la puerta. De ahí se deduce el porqué del dicho de que de cada mil godos que vienen a Canarias sólo uno regresa a su tierra y al poco tiempo le pesa. En fin, que creo que nuestros paisanos no están maduros ni mucho menos para una independencia, porque ya hemos asimilado hasta la médula que es el godo el que por "derecho" ocupa los mejores puestos y el que manda. Nos han moldeado, sin darnos cuenta, a ser servidores con libertad limitada, y todos comprendemos sus artículos, pero el miedo atenaza. Es como el niño que se niega a caminar por miedo a caerse, no vemos pruebas sólidas de poder andar solos.

Otros no quieren comprender nada porque se encuentran muy bien, y ese bienestar no lo quieren cambiar por nada, se quieren sentir españoles y atacan al periódico EL DÍA de iluso y soñador (y peores cosas), porque temen que peligre su calidad de vida. También la metrópoli se encargó de que supiéramos bien poco o nada de nuestros antepasados y en nuestras primeras clases de Historia se nos enseñó quién era el Cid Campeador o los reyes godos, pero jamás, ni verbalmente ni en libros, nos enseñaron nada de los guanches, menceyes, etc. Y eso también lo hicieron bien, pues es ahora, en la hora que queremos ser libres, cuando también tenemos que conocer quiénes somos y quiénes fueron nuestros antepasados. Un aprendizaje un tanto problemático para unas mentes (las nuestras) "modeladas" desde hace siglos a pensar que Canarias es España y los canarios, españoles. De todas formas, somos muchos los que tenemos fe y no perdemos las esperanzas.

B.A