1.- Hay godos graciosos y ocurrentes, nadie lo duda. Cuando la efervescencia del Mpaiac, el partido independentista fundado por Cubillo, aparecieron unas pintadas, afortunadamente superadas, que decían algo así como "Canario, busca a tu godo". Eran leyendas de mal gusto, que podían llevar a interpretaciones violentas que casi nadie deseaba. Pero he aquí que el godo no se calló, sino que se revolvió. Y empezó a responder, una por una, a aquellas leyendas, con otra pintada que decía: "Para que te enseñe a leer y a escribir". Fue tal el cabreo de los independentistas, que se jugaban el bigote con aquellas campañas, que cambiaron enseguida el eslogan por otros, más incontestables. Todo esto, ya superada la carga de violencia por la gente, nos lo recuerda un lector, MikeSolano, que añade: "Lo que la Naturaleza no da, Salamanca no lo presta", aquella famosa frase de Unamuno. Con lo de la escasez de coco no sabemos si se refiere el lector a los independentistas de entonces, patriotas canarios vamos a decir con métodos más rudimentarios (el grafiti es una forma de expresión abominable), o a los godos, tan originales, que respondieron al mensaje de manera contundente. Quede para la guerra de grafitis de los tiempos de Maricastaña.

2.- Los grafitis, que yo detesto porque perjudican la imagen de ciudades y campos, son un mal mundial. No sé si he contado, creo que sí, la pintada de las hallacas, ese exquisito manjar navideño venezolano. Para cada ciudadano de Venezuela las hallacas que hace su madre son las mejores del mundo. Y dan no poca lata, cuando se acerca la Navidad, alabando a su madre y al puñetero plato. Pues me encontré en Caracas, en cierta ocasión, una pintada que decía: "Las hallacas de mi mamá son una mierda". Con esta frase, su autor daba una patada al glamour del plato y lo ponía en la picota. Era una pintada contra corriente. Más profunda fue la que vi en Heidelberg: "Lo ideal es ilegal", decía.

3.- Un hombre público canario había tenido una aventura con una señora; la había dejado embarazada y aquello había llegado a ser un medio escándalo. Los periódicos no dejaban de hablar del caso, porque el padre era político famoso en la isla y no quería asumir su paternidad. Y el hombre que se negaba y el jaleo que seguía. Hasta que en un paraje de la isla apareció una gran pintada, que decía: "Gerardo, reconócelo", y luego, en letras más pequeñas y entre paréntesis, alguien escribió: ("hazlo por el niño"). GarcíaMárquez ya dio noticia de cómo una sociedad puede moverse y destrozarse por pasquines. Cuanto más por pintadas, contundentes, enormes. Pero, claro, se arriesgan los autores a las réplicas, igual de originales. Como le ocurrió a los independentistas con el godo correoso.