Hemos dicho repetidas veces que Paulino Rivero -un nacionalista auténtico que conoce y ama profundamente a su tierra- es la persona adecuada, en virtud de su condición de presidente del Gobierno de Canarias, para encabezar la delegación isleña que negocie el traspaso de competencias entre la actual Metrópoli y nuestro futuro Estado soberano. También queremos recordar, un día más, que esa transición de la colonia a la independencia -o del colonialismo a la libertad- debe producirse este mismo año, pues el 31 de diciembre concluye el segundo y último decenio establecido para este fin por el Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas. Paulino Rivero es actualmente la única autoridad reconocida y autorizada, valga la redundancia, para ponerse al frente de este proceso. Un proceso que, una vez iniciado, conducirá a celebrar elecciones para formar un Parlamento constituyente, del que saldrá la República canaria. Nuestra futura nación tiene que ser una República en la que todos los canarios sean iguales, sin importar la isla en la que hayan nacido o en la que vivan. ¿A cuenta de qué tenemos que aguantar a don Felipe de Borbón como nuestro futuro rey? ¿Por qué tienen que ser los españoles y los canarios -sobre todo los canarios- súbditos de doña Letizia? Insistimos: tendremos una república.

Una república en la que serán determinantes las listas abiertas para que no se cuelen en las instituciones sujetos como Santiago Pérez y otros. Nunca jamás puede volver a la política lo que hoy consideramos no sólo chatarra, pues la chatarra posee alguna utilidad si se recicla -además de haber tenido un uso en el pasado cuando todavía no era chatarra-, sino la morralla. La morralla política que nunca ha poseído utilidad alguna, pues el interés de quienes la forman no es procurar el bien del pueblo -de unos conciudadanos que en estos momentos están pasando hambre mientras los diputados y diputadas regionales disfrutan de buenos sueldos-, sino llenarse los bolsillos porque son simples bolsilleros políticos. Se trata, además, de una morralla que goza denunciando a sus conciudadanos. Son esos políticos pura chatarra y absoluta morralla los que deberían ser encerrados en las checas que ellos destinan para las personas honradas por la simple razón de que no piensan como ellos, o deportados a los gulags siberianos descritos por Alexander Solzhenitsyn.

Decíamos ayer que pronto conocerán nuestros lectores, así como la isla entera y toda Canarias, la trifulca judicial que nos ha organizado don Santiago Pérez, tras una absurda denuncia por racismo y xenofobia. Nos echamos las manos a la cabeza al ver hasta qué punto ha llegado esta democracia. Resulta increíble cómo se intenta utilizar a la Justicia. Menos mal que la Justicia hasta hoy, salvo algunas deplorables y execrables excepciones, es una Justicia en la que se puede confiar simplemente porque es justa. Repetimos que nuestros lectores se harán cruces cuando sepan lo que se ha denunciado. Lo que ha denunciado y lo que pide don Santiago en las minutas que les redacta a quienes nos denuncian, porque el señor Pérez es un agitador de acusadores. Qué mundo tan absurdo ese del socialismo-comunismo de don Santiago Pérez. ¡Con qué sujetos políticos tenemos que sentarnos a la mesa! Pronto, lo reiteramos por tercera vez, se sabrá cuál es el "delito" por el que nos han denunciado, y quiénes son los delincuentes. Ni tan siquiera admiten el homicidio por imprudencia; van directamente a la acusación de crimen intencionado. Deplorable, don Santiago; deplorable, socialistas. Dimitan, váyanse a sus casas y vivan como personas políticamente decentes.