1.- Este artículo me lo escribe un lector, Morales. Un lector que confiesa haber leído El Quijote, El Lazarillo, a Góngora, a Garcilaso, a JorgeManrique. Habla de las enseñanzas de su tiempo (tiene 48 años), de lo que aprendió en la escuela; demuestra su dominio de mi olvidado latín y hasta declina en esta lengua, lo cual me ha producido notable nostalgia. Dice: "... Sobre todo, aprendí en la escuela a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura. Aprendí que se dice presidente y no presidenta, aunque sea una mujer la que desempeñe el cargo". Y sigo con su atinada carta: "En castellano existen los participios activos como derivados de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es atacante; el de salir es saliente; el de cantar es cantante; y el de existir, existente. ¿Cuál es el del verbo ser? Es "el ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva, "el que es". Por ello cuando nombramos a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte". Así, al que preside se le llama presidente y nunca presidenta, independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción".

2.- "De manera análoga, se dice capilla ardiente, no "ardienta"; se dice estudiante, no "estudianta"; se dice independiente, no "independienta"; paciente, no "pacienta"; dirigente, no "dirigenta"; residente, no "residenta". Y ahora, la pregunta del millón. Nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores)".

3.- Y termina su carta el amable y desocupado lector: "Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!". Hasta aquí la carta. Tengo que felicitar a este comunicante por su fina ironía y también comprender su más que lógico cabreo ante tanta memez, ante tanto ignorante del género neutro o epiceno, principio y fin de todas las batallas de la lengua.