A UNO, y creo que a todos los santacruceros, e incluso a los forasteros que visitan nuestra isla -porque ellos están acostumbrados a que en sus países haya orden y respeto a los monumentos que recuerdan hechos históricos- le parece extraño e incomprensible que un monumento como el dedicado a la Gesta del 25 de julio de 1797, en que el pueblo de Tenerife derrotó a la poderosa escuadra del almirante sir Horacio Nelson, esté prácticamente destrozado por el vandalismo que emana de unos sujetos incontrolables, los cuales han podido, tranquila e impunemente, dedicarse a sus fechorías por la falta absoluta de una elemental vigilancia.

Si casos parecidos como la casi destrucción del Parque Marítimo se explican por los robos efectuados en sus instalaciones, no se le encuentra explicación a que unos gamberros la emprendan con estatuas y elementos de ornamentación que forman un monumento, además tan representativo como el de la gesta heroica del pueblo tinerfeño el 25 de Julio.

¿Qué Administración es responsable del monumento? ¿La Autoridad Portuaria, el Ayuntamiento de Santa Cruz, el Cabildo Insular o las tres juntas? Lamentable descuido que no tiene perdón y que deben pagar los culpables.

La solución al elemental problema no está en poner un "guindilla" o un guardamuelles de guardia en el monumento, con los relevos que sean necesarios, sino en llevarse a otro lado el conjunto monumental, como si los vándalos no pudieran desplazar, al mismo tiempo, su campo de operaciones.

Dicen que el Cabildo y el Ayuntamiento de Santa Cruz están dispuestos a desmontar el conjunto de su actual ubicación junto a la Estación de Pasajeros del puerto, en el Muelle de Ribera y llevarlo a la zona de Cabo-Llanos, donde su emplazamiento será definitivo, si los señores vándalos prosiguen en sus fechorías, porque entonces lo trasladarán a otro lado y así sucesivamente.

De momento, las lumbreras municipales parecen decidirse por el entorno del Recinto Ferial, con el pretexto que está más cerca del lugar de fundación de Santa Cruz. Como si la fundación por el adelantado Alonso Fernández de Lugo fuera más apropiada que otra en la entrada de la ciudad, donde estuvo el castillo, salvajemente demolido, que jugó el principal papel en la batalla del 25 de Julio, en la que Nelson perdió un brazo y terminó aceptando la derrota.

Con el traslado que se propugna, sin tener intención de cumplirlo, el monumento va a ir al lugar, o muy cerca de donde mi muy querido amigo el malogrado doctor Lorenzo Llabrés Delgado, médico que fue de la Asociación de la Prensa de Tenerife, de la que soy presidente honorario, pidió que se estableciera esta significativa muestra recordatoria del heroísmo de nuestro pueblo.