ME PARECE bien (habría que decir muy bien) que, cuando cualquier hijo de vecino se vea incapaz de echar a andar un asunto, el que sea, uno cualquiera, pida ayuda a quien supone que podrá prestársela. Es justamente lo que voy a intentar yo ahora. Porque se da el caso, amigos, de que dos lectores me han hecho llegar su queja porque, según el, he subido el listón y se quedan a la luna de Valencia cuando leen lo que escribo aquí cada semana. Voy, pues, a pedir ayuda a dos destacados escritores que desarrollaron su labor en el pasado siglo.

Se quejaba don Pedro Salinas de que al también poeta Jorge Guillén se le tildara de poeta oscuro. Y dice también: "A veces, encontrar oscuro a un poeta, tanto puede ser seña de que en realidad lo es como de que el lector no sabe ver claro". Pero pienso que si digo esto a dos lectores que hablaron de mi listón, seguro que se sentirán ofendidos. Pueden creer que tildo de ignorantes. Y, la verdad, no es eso. Así que, pensándolo mejor, voy a inclinarme por la opinión de don César González Ruano quien, en su libro "Baudelaire", nos deja esta perla: "Por muy alto que sea el genio de Poe, más le hubiera valido tener un talento mediocre, porque esto lo comprende la gente mejor que el genio". Y como da la casualidad de que también yo tengo un talento mediocre, pues...

De que ocurriera lo que ocurrió tiene la culpa el diario "El país" porque nos ha contado recientemente que mejicanos tratan de hacer su costumbre de decir o escribir "yo se dije", en lugar de decir "yo se lo dije a el". Cuando di una explicación sobre esto a mis dos lectores oponentes, no me fue posible convencer. Me temo que la culpa fuera mía por falta de claridad; pero creo que el tampoco emplearon mucho esfuerzo para aclarar la situación planteada.

Me propongo ahora, lleno de honor guerrero, dar la batalla definitiva, aunque tenga que explicar las cosas como las expliqué en otro tiempo a mis alumnos de primaria, concretamente a matriculados en sexto de E.G.B. (Entonces se decía E.G.B Ahora no sé cómo se llama).+

Supongamos que un señor encarga a su esposa que comunique a sus tres niños que vuelvan pronto a casa. Y la señora, muy señor ella, contesta:"Ya se dije". La señora tan señora se equivocó de medio a medio por haber empleado el pronombre en lugar del singular lo.

-Pero vamos a ver, tío: si niños eran tres, parece lógico el empleo de en lugar de lo.

-Eso es lo que muchos escritores piensan; entre el, un articulista de este periódico, que lo ha escrito muchas veces como tú opinas. Pero ocurre, sobrino, que la madre dijo a niños una sola cosa: que regresaran pronto. Sólo eso fue lo que dijo la mamá.

-Dime algún otro ejemplo, por favor.

-Imagínate que el hombre dictó a la esposa: "A Pili sólo le faltan dos nombres para completar la lista. Díse". Y la esposa contesta: "Ya se dije". Ahora sí se empleaporque se dicen dos nombres en lugar de uno. Y el pronombre se es el complemento indirecto, o sea, a quien se le dijo algo. ¿Te has enterado?

-Los que tienen que enterarse son tus dos oponentes. Yo lo veo más o menos bien. Pero ahora quiero hacerte otra pregunta: ¿Por qué no hablas con el colaborador de EL DÍA para que lo entienda?

-No me parece prudente. No lo conozco. Si se tratara de Chaves, Ayala, Racionero, Cabrera Segovia, que son amigos… Pero cuatro que cito no suelen tropezar en esto.

-Entonces, tío, ¿ mejicanos hablan así?

-Eso, al menos, dijo "El país". Cuando me llegue la nueva Gramática de la Academia, la leeré con sumo interés. De todos modos, si mejicanos quieren hacer de su capa un sayo, comulgar con ruedas de molino o confundir la gimnasia con la magnesia, no seré yo quien me suba por las paredes. Uno se acostumbra a todo. Aunque eso no quiere decir que voy a entrar por el aro. El complemento directo es una cosa y el indirecto, otra.

Así que aquí, paz; y en el cielo, gloria.