SEGURAMENTE, uno es un utópico y militar en la utopía puede ser hasta frustrante, pero a la vez sí que es gratificante, porque a través de su camino se podrá llegar a lo que uno desea y persigue.

Cuando comentamos y decimos, una y otra vez, lo de la unificación nacionalista; cuando se dificulta que las palabras dichas por unos y otros vayan en espacios divergentes, seguramente en esa tesitura argumental y ya manida, por pesada, lo que se consigue es el vacío, la inconsecuencia y, sobre todo, la pérdida de tiempo de quien asume el protagonismo.

En épocas como la actual, donde la palabra tiene su tiempo y su desespero y está pendiente de encontrar su adecuado significado, no se debe desde el nacionalismo tapujearla, dificultarla y substraerla de su contenido real. Nacionalismo y nacionalistas. Esto debe estar claro ya de una vez antes que nada.

Nacionalismo ¿para qué? Y nacionalistas ¿quiénes? ¿Qué objetivos? Para unos, quizás inaplazables; para otros, realizables. Los plazos para unos no cuentan y para otros el tiempo lucha con decisiones y actitudes políticas asumibles para lograr el objetivo.

Un objetivo que sea amplio, decidido y concreto. Que no es otro que la consecución de Canarias como nación. Hasta ahí podemos estar de acuerdo.

Y seguramente lo estamos. Hablamos entre nosotros, en la esquina de la plaza, en los debates de nuestros partidos, y cada vez nuestras ideas arrumban hacia ese objetivo. Además, nos parece más diáfano, más asumible, aunque, si lo repensamos, esto ocurre dentro, desde nuestras organizaciones, porque muchos de los que están fuera, ajenos, que son en realidad los que deciden y nos votan, no lo tienen claro. Y son canarios, así como gente que no siéndolo vive desde hace tiempo en las islas y así se consideran. Y tanto para unos como para los otros su conciencia nacionalista está desdibujada, perdida o ausente.

Nos entendemos, y tal vez sin grandes alardes, en el lenguaje. Y aunque aparezca algún que otro tufillo de prepotencia, eso es debido a la desnaturalización que produce el poder .Poder que se puede perder mañana si continuamos enredándonos entre nosotros mismos. Pero si el poder algún día se pierde y queda como recuerdo, aparecerán las lamentaciones al no haber hecho lo que estaba a punto, a la vuelta de la esquina, y que por no doblar posiciones, por no dejar atrás viejos y romos pronunciamientos, el futuro se nos va de las manos y la opción nacionalista imprescindible para el desarrollo de Canarias pudiera verse secuestrada y en los aledaños de la oposición, donde el frío que se pasa ya se sabe cuál es y los grados que tiene.

Por eso, desde esa utopía, la cual no debe jamás dejar de acompañar al político, y menos si se es nacionalista, deberíamos dejarnos de darles vueltas y más vueltas a las palabras, a los dimes y diretes e ir al grano y fijar posiciones. No sólo intelectuales, que estaría bien. No sólo como un único objetivo, que sería estupendo. Sino habría que ampliar el espacio; conocernos a nosotros mismos; lo que somos, lo que queremos ser y si seremos capaces, aun desde la pequeñez de esta o aquella diferencia, de coincidir en el mismo objetivo, transitar por el mismo camino y con el ritmo que los tiempos marquen y las decisiones de los demás.

Tal vez, si eso fuera así y se refrendara, se definiera, se posicionara y acantonara en ese primer congreso de los nacionalistas canarios, que no debe seguir esperando. El paso que se diera no sólo sería de gigante, sino también definitivo y altamente estimulante.