UNA ENTREVISTA es tanto más buena cuando, a lo acertado de las preguntas del entrevistador, que tienen su base en el conocimiento de la materia a tratar por parte del periodista, se unen las respuestas claras, comprensibles y con un contenido que no deja dudas en lo que el entrevistado quiere expresar, ni al periodista ni al lector.

Es el caso del trabajo que de mi compañero Orlando González publica este diario en su número del domingo último, 28 de febrero. El entrevistado es mi muy querido y admirado amigo Miguel Cabrera Pérez-Camacho, a quien, como ya dije en comentario anterior, considero uno de los políticos más valiosos e inteligentes de Canarias. Miguel Cabrera ha sido sorprendente, inesperada y, para algunos como un servidor, poco agradable noticia hace pocos días, por su renuncia al cargo de portavoz del PP en la Cámara Legislativa de la Comunidad autónoma.

Sobre ese tema ha girado la entrevista a que me refiero. Las respuestas de Miguel, incluso a cuestiones que podrían favorecerle poco en su trayectoria política, han sido contundentes, inequívocas y de una valentía poco común. Miguel niega que haya pensado en dejar su acta de diputado y afirma que se ha dedicado íntegramente a defender, en todo momento, como siempre, la política y la filosofía del partido. Añade que "el follón que se ha armado ha sido por defender, en dos ocasiones, la ideología del PP, tanto en materia de la Ley de Comercio como en cuanto a la dictadura cubana, a cuyo Gobierno ha ido a visitar nuestro presidente regional, Paulino Rivero, quien supongo que algún día nos contará a qué fue a Cuba y qué consiguió. Y calificó de cuentos chinos lo de las líneas aéreas y asuntos comerciales.

Tengo que abrir aquí un paréntesis para entonar mi mea culpa particular al dedicar, días pasados, un elogio al presidente Rivero al leer la información de sus posibles gestiones en La Habana. Lo que dije de las oportunidades de Cuba para los canarios puede que sea verdadero, pero entonces no sabía -porque las noticias no iban por ahí, sino todo lo contrario- que el nuevo dictador sigue fiel a los aberrantes ejemplos de su hermano, persiguiendo a los disconformes con el régimen y hasta cometiendo los mismos abusos. Creí, sinceramente, que las cosas habían cambiado en aquella república prosoviética cuando ya eso desapareció en Rusia misma. Tiene razón y son ajustadas a la realidad las críticas de Miguel Cabrera a ese viaje absurdo y, me supongo, desaconsejado por el propio Gobierno de Canarias, donde hay algunas personas sensatas.

Y quedan más cosas que comentar sobre el texto de la entrevista. La rotundidad valiente de Miguel Cabrera en las palabras dirigidas al jefe de su partido en Canarias se mueven entre la sinceridad y el respeto jerárquico. Y eso también es elogiable y suma valores a su comportamiento y a su calidad política y humana.