CON NOMBRE y apellidos, dando la cara, le faltó dejar el número de móvil. La tía pasó como una loca histérica pa''ponernos patas arriba. Tremendo revolcón. ¡Qué bestia! El Instituto de Meteorología Alemán, igual que hacen los americanos del National Hurricane Center con los huracanes (Mitch, Katrina, etc.), tiene la jodida costumbre de ponerle el nombre que le da la gana a las tormentas principales. Si se les ocurre "Bonfhundher" pues le ponen "Bonfhunder" y se quedan tan panchos. Al ser un proceso interno alemán lo hacen siempre obviamente en su idioma. En realidad, a esta enajenada que rebujó nuestra cama la bautizaron allí como Xinthia y hay que protestar enérgicamente. Proceden del Atlántico, son nuestras y los nombres se los deberíamos colocar nosotros mismos. Hiurma, Chaxiraxi o Hipólito José, da igual, los noruegos, por ejemplo, les ponen otros nombres suyos a las tormentas de los alemanes.
Bromas aparte, vaya un añito y vaya un mesecito de febrero. El sábado hemos tenido una de estas corrientes en chorro que por los apellidos bien podría ser una enfermedad cardíaca fulminante o una variación de la gripe A1H1 más virulenta. Podrían ser, en teoría, desde un agresivo ciclo impartido sobre técnicas de venta en la sede central de CajaCanarias hasta un libro de la Biblia, una murga, un drag o una tonina. Mismo, un periodo menstrual de desarrollo rápido. A mí me sonaba desde luego a algo médico muy grave, pa''morirse en un suspiro, pero con esa tarjeta de presentación cabrían cantidades industriales de cosas, se podría hacer también un ensayo sobre economía desde lo que tenemos a lo que nos espera. ¡Ciclogénesis explosiva! Si antes de esto me cuentan que tiene que ver con la reproducción del pájaro chigüi o del avechucho mañanero, te lo juro que me lo creo.
Pero no, ignorante de mí, es una borrasca especialmente profunda (o ciclón extratropical) llamado técnicamente ciclogénesis explosiva -¿será posible, Virgencita?- que se produce cuando dos masas de aire diferentes, una cálida y otra fría, chocan generando fuertes vientos y abundantes precipitaciones, desarrollándose en un corto periodo de tiempo, de ahí el adjetivo "explosiva". Aunque algunas de sus características, como el intenso viento, se asemejan a los ciclones tropicales, el origen y evolución de ambos fenómenos es muy distinto y por eso es extratropical, ruin como la cerveza.
Por ejemplo, el ciclón extratropical Klaus fue un ciclogénesis explosivo de latitud media que afectó los días 23, 24 y 25 de enero de 2009 al norte de España y sur de Francia, ocasionando varios muertos e importantes daños materiales. El centro de la depresión se desplazó y se dio un paseíto de Oeste a Este desde las Islas Azores, pasando por el mar Cantábrico, hasta el golfo de Génova; generando fuertes vientos de más de 150 km/h en el litoral español y francés y olas de hasta 26 metros. Fue un fenómeno extraordinario que no se repetía con tanta virulencia en España desde 1997.
Y este año en Canarias, de todo. En un amplio surtido de fenómenos en los que no podía faltar una de estas medio alemanas "tipo bomba" que sacan su energía de la atmósfera mientras que los ciclones tropicales obtienen su combustible del agua caliente, y en plan película calificaron a Xinthia como la "tormenta perfecta". Daños materiales importantes y poco precisables, carreteras cortadas, caídas de árboles, postes de luz y telefonía, grúas estampadas sobre lo que trancaban, aeropuertos sin operatividad, más de 9.000 clientes de Endesa-Unelco sin suministro, el Lago Martiánez enfondado, y todo esto sin contar el nuevo palo para la agricultura y ganadería y, en general, para los patrimonios y actividades. Pero por lo menos nos congratulamos de la no existencia de desgracias irreparables, y sin daños humanos que lamentar todo se podrá remendar.
Aunque no siempre lo que nos dicen es la verdad -en tiempo- y me explico: en la tormenta que el 1 de febrero, víspera de la Patrona, azotó especialmente la isla de Tenerife y en la que se produjeron correntías o riadas espectaculares en los achiques de agua, hubo un muerto, por lo menos y que yo sepa. Encontraron quince días más tarde a un indigente arrastrado por los lodos y correntías en el barranco de Santos de Santa Cruz de Tenerife.
Empezó marzo y el deseo no puede ser otro que la tranquilidad atmosférica para Canarias.