DESDE el dictador Pérez Jiménez, que recibió en su país, Venezuela, al mayor contingente de canarios emigrantes, hasta ahora, el jefe del Estado que se ha portado peor con los españoles residentes y súbditos de aquel país porque, desde el principio, para poder trabajar en Venezuela era obligatorio adoptar la ciudadanía venezolana, ha sido don Hugo Chávez, actual máximo mandatario del Gobierno de Caracas. Y eso que Pérez Jiménez tenía pocas simpatías con el general Franco y su Ejecutivo, que mandaban entonces en España. Contrariamente a lo esperado, Pérez Jiménez recibió a la masiva emigración y, además de ofrecerle empleos casi inmediatos, cedió a los recién llegados tierras de cultivo y les facilitó la creación de empresas, además de abrirles las puertas de las universidades a los profesores que viajaron desde aquí, y las puertas de las industrias a los técnicos españoles en aquellos tiempos difíciles de la postguerra civil.

Por mi cuenta y en misiones informativas de este periódico, he viajado a Venezuela unas 17 veces. He conocido personalmente a los presidentes don Rafael Caldera, don Carlos Andrés Pérez, a don Luis Herrera Campins y a don Edgard Sanabria. A todos los citados les he hecho una y hasta varias entrevistas. Don Luis Herrera me concedió la Orden de Miranda, que me entregó en Tenerife don Rafael Caldera. Poseo el Gran Cordón del Honor al Mérito del Gobierno del Distrito Federal de Caracas y conozco personalmente a varios ministros y otras personalidades venezolanas a las que tuve también el honor de entrevistar para este diario. Fui amigo personal y colaborador del entonces cónsul general de Venezuela en Canarias don Jesús Márquez Moreno y he conocido y entrevistado al presidente, entonces, de Petróleos de Venezuela. Conocí y me dio un susto, porque entonces estaba en Caracas, a don Hugo Chávez cuando dio el golpe de Estado al Gobierno de Carlos Andrés Pérez. Y estaba también en la capital venezolana cuando el segundo golpe de Estado y pude presenciar, desde el hotel Tamanaco, el ataque de la aviación rebelde a la base aérea de Caracas.

Con esta relación de hechos y de contactos quiero explicar mi relación con Venezuela y hasta la ocasión que he tenido de haber vivido, en persona, una parte reciente de su historia. Pero tengo que destacar por lo negativo, en estos momentos, con dolor del alma porque he querido y admirado mucho a la nación iberoamericana y a numerosos venezolanos el demostradamente hecho insólito de haber dado el presidente Chávez asilo, protección y hasta, parece, entretenimientos a terroristas españoles de ETA. He visto en televisión los ejercicios de un grupo de etarras, con fuego real, para que luego vengan a cometer atentados y matar a españoles en su propia patria. No se conoce, en toda la historia un hecho semejante.