AFIRMA JOSÉ MANUEL SORIA, vicepresidente del Gobierno de Canarias, que en estos momentos de crisis no estamos para hablar de trenes. Ni de trenes de transporte, ni de trenes de vida, añadimos nosotros. Trenes de vida inapropiados de los que disfrutan muchos miembros del PP, muchos nacionalistas de CC y muchos socialistas del PSOE, además de los muchos gandules liberados que se refugian en los sindicatos para no dar golpe. En cualquier caso, el tren de Tenerife es necesario; imprescindible. En cambio, se puede prescindir perfectamente del tren de Las Palmas, como se puede prescindir de la gigantesca bandera española que el propio Soria izó en una plaza de la capital de la tercera isla.

Por otra parte, destacamos la carta publicada ayer en nuestra última página, enviada por la Comunidad Canaria en Londres al catedrático de Historia de la Universidad de La Laguna Manuel de Paz. Se trata de un documento correctísimo, exquisito; suficiente por sí mismo para que Canarias sea incluida en la lista de países colonizados. "Para bastantes canarios, no erróneamente acomplejados sino lúcidamente dolidos, el "antigodismo", no tan usual como debiera, es resultado de los permanentes crímenes y abusos cometidos por los pocos españoles y sus demasiados esbirros nativos en la colonia Canarias", se dice acertadamente en esta misiva.

Se equivoca, en este sentido, Miguel Cabrera Pérez-Camacho al manifestar en un programa de televisión que Canarias no es una nación. Canarias es una nación, aunque de momento sea una nación sometida por una Metrópoli que pretende perpetuar su ignominiosa condición disfrazándola de autonomía. Sin embargo, acierta este diputado -el único de todo el Parlamento de Canarias que tiene la decencia de no cobrar- cuando dice que no hay soberanismo en CC. Por supuesto que no. En CC no hay nacionalistas auténticos, sino mercantilistas. Políticos a los que no les importa estar colonizados con tal de tener bien sus bolsillos. No obstante, la situación está cambiando. Cada vez son más los canarios conscientes de su vergonzosa situación. Por eso el pueblo ha empezado a salir a la calle. Lo ha hecho en Tenerife en dos ocasiones y lo hará de nuevo, esta vez en Las Palmas, el próximo sábado.

Al concluir nuestro comentario de ayer insistíamos en que debemos obtener la lógica y natural independencia de forma dialogada, pacífica y acorde con las resoluciones de la ONU. Somos su colonia y, para colmo ultraperiférica, de todos los países europeos. Insistimos: repudiamos la violencia sea cual fuere el comportamiento de la Metrópoli. Toda la libertad nos vendrá, sin duda, por vía pacífica. Hemos de lograr nuestra independencia, añadimos hoy, dentro de la mayor paz. La libertad es un derecho que tenemos como seres humanos. Un derecho que nos ha concedido Dios y que no puede negarnos ningún hombre. Pero violencia para conseguirla, nunca. Violencia, jamás. Sea cual sea el comportamiento de las autoridades del país que nos coloniza, jamás recurriremos a la violencia para hacer valer nuestros derechos. Las razones para que consigamos nuestra soberanía son tan fuertes que la obtendremos, más pronto que tarde, por la razón de la razón, no por la razón de la fuerza, que es el medio que han empleado los invasores para mantenernos sometidos durante seis siglos.

Cuando este Archipiélago sea un país libre podrán irse a la porra políticos como Miguel Cabrera Pérez-Camacho y todos los españolistas como él, incluidos los españolistos, los nacionalistas teóricos y los tibios. Los argumentos de EL DÍA son indiscutibles, como lo es el hecho de que los canarios vivimos con la espada de Damocles marroquí sobre nuestras cabezas. Ya no sólo debemos temer a las chilabas; hasta las mujeres canarias dicen que no quieren ir por la calle pudiendo mostrar sólo los ojos.