A MUCHOS políticos les ocurre lo mismo que a algunos periodistas: son tantos los compromisos que se han creado, que les resulta imposible escribir o hacer algo sin pensar antes muy bien a quien van a agraciar y a quien ofender. Se nota en los artículos de opinión y también, en el caso de las personas dedicadas a las tareas públicas, en sus intervenciones ante el auditorio que toque en cada momento. Sin embargo, en este mundo de imbricadas componendas todavía quedan almas libres, digámoslo así, con las espaldas suficientemente cubiertas para expresar lo que piensan, cuando lo piensan, en el lugar en que lo piensan y de la forma en que lo piensan. Estoy pensando -redundo adrede- en Miguel Cabrera Pérez-Camacho, aunque no es el único incluido en esta envidiable categoría.

Hace tres días que vivo en los aviones. Ayer por la mañana me encontré, durante la espera en Los Rodeos para un vuelo a Madrid, con un viejo amigo iraní llamado Usi Yassaei; un persa -a él le encanta ese gentilicio- afincado en Tenerife con su familia desde hace bastante tiempo. Hablamos de cosas muy interesantes que les cuento un día de estos. El caso es que apenas unas horas antes había coincidido en un trayecto de Tenerife a Las Palmas con otro viejo conocido. Un socialista cuyo nombre no voy a escribir para no comprometerlo. Basta con señalar que lo aprecio tanto como a Usi. Un socialista humanista, por supuesto, muy alejado de la escuela de López Aguilar y de su acólito tinerfeño. Con este otro amigo no hablé de socialistas, como cabía esperar, sino de José Manuel Soria. "Un gran valor para Canarias que ha sido injustamente vilipendiado desde algunos sectores de mi propio partido", me confesó. Coincido con él en que pocos políticos canarios pueden plantarse en Bruselas y hablar de economía -de lo que económicamente les conviene a estas Islas- sin necesidad de exegetas idiomáticos y de los otros; es decir, sin necesidad de un intérprete que le traduzca al español lo que le dicen en inglés o francés, ni mucho menos de un asesor que le explique lo que significa tal o cual concepto en política económica. No sólo por eso, aunque sí esencialmente por eso, es un error descalificar sistemáticamente, como se hace desde ciertas capillas socialistas y no socialistas, al vicepresidente del Gobierno de Canarias y consejero de Economía.

Sin embargo, como muy bien se lo recordó Pérez-Camacho el martes en "59 segundos", José Manuel Soria no es perfecto. Por eso debería reconocer que no es lo más acertado tratar de contentar a CC antes de las elecciones con la vista puesta en un pacto a posteriori. Los nacionalistas canarios, al igual que los socialistas y los populares canarios, no agradecen favores ni guardan rencores. Esa es una de las máximas universales de cualquier partido político. Cuando hay que defenestrar a alguien, ese alguien cae por la ventana sin que importe en absoluto lo bien que se haya portado en el pasado. Y a la inversa: si alguien conviene, se le recupera y agasaja con independencia de que antes haya actuado como un bellaco. Algo que se traduce letra por letra en la política de pactos. A la hora de la verdad lo que cuentan son los diputados -o los concejales- que ha obtenido un partido, no los que ha dejado de obtener para mantener contento al adversario.