1.- Si se produjera un tsunami en Santa Cruz sería una inundación comprensible: las lágrimas de , defenestrado de su papelón como teniente de alcalde con escolta, se nos vendrían encima en un plis plas. Lágrimas hechas olas. Pobre Llanos, tan cerca de Dios y tan lejos de Cristina Tavío. Hoy, que es el día del Señor, conviene hacer algunas consideraciones para analizar "el acontecer", que es una expresión de titular decimonónico de periódico de provincias. Ángel es ahora el Llanero Solitario, él, que antañazo lo fue casi todo en ese Ayuntamiento, instalado como una ladilla en la ceja circunfleja de Zerolo, haciendo y dicien- do a su antojo. Muy pocos conocen a Zerolo, sobre todo cuando saca su mala leche. Entre el alcalde chicharrero y la presidenta del PP existe eso que se llama feeling, corriente afectiva que nace en el cerebro y desemboca en salvas sean las partes. Naturalmente, hago una metáfora para definir, si quieren brutalmente, lo que en castellano llamamos afinidad. En la política también funciona la afinidad, pero es que Llanos se lo puso a ambos a huevo. Y la ingratitud humana es tan terrible, y la falta de posibles también, que aquella guardia pretoriana de don Ángel, sus lanceros bengalíes, está ahora colocada en lugares estratégicos de la corporación, con sueldos sustanciosos. Hasta al chiquitín que pataleaba cuando echaron a su jefe, el tal Hernández Abad, que era más Llanos que Llanos, lo han colocado en Hacienda, con lo que parece más que probable que las finanzas municipales se vayan a hacer puñetas más pronto que tarde. Esto de la política es muy curioso, muy ingrato y muy raro. Si nos remontamos a la noche de los tiempos, y ya se ha dicho en este periódico, el caso Guigou reverdece. A Guigou se lo cargaron porque sacó diez concejales, uno menos que el dúo imbatible Hermoso/Zerolo, y porque se estaba subiendo a la chepa del que luego sería alcalde. Pero, claro, no se encaramaba a la peta de Zerolo en el papel del PP -entonces su partido-, sino en el papelón de Guigou. Creyó que era el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro. Y le dieron este último papel: el de muerto (político) en el entierro. Acabado Guigou, gobernó Miguel muy cómodo.

2.- Con Llanos ha pasado lo mismo. ¿En qué melón cabe que un personaje como Llanos necesite escoltas? Pues creyó que era Ban-Ki-Moon y la cagó. No le pagaba a nadie, los expedientes de Fiestas y de la Sociedad de Desarrollo eran como calzoncillos con raya canela, sufría reparos a millón por parte de los encargados de repararlo todo. Llanos no debió saltar de envasar coca-colas en Guamasa y de arbitrar partidos de baloncesto en Llano del Moro a la Quinta Avenida de Nueva York con un tío siguiéndole por si atentaban contra él. Esas cosas, y el desajuste mental que tuvo creyendo que él era el alcalde, le infló las bolas a Zerolo. Miren ustedes, yo no le he visto las bolas a Zerolo -lo juro-, ni tampoco quiero asistir a ese espectáculo, pero las debe de tener enormes cuando aguantó tanto. Meses y meses. Hasta que no pudo más y le dio a Llanos el matarile. Ahora don Ángel llora su desgracia por esos pasillos mientras la pequeña gran mujer a la que él gritaba -Maribel Oñate-, que antes fue dirigente de Coalición Canaria y ahora lo es del PP, se convierte en la nueva portavoz municipal santacrucera de su partido. Lo dicho: la política es muy jodida.

3.- Una notita -cariñosa- para Cristina Tavío, la chica de los hermosos ojos verdes. Bien por su afinidad con el primer edil. Bien por reeditar el pacto y que los socialistas, eternamente enojados, no se coman una rosca en Santa Cruz. Pero mal, muy mal en las formas. Ya sé que le diste, Cristina, a Llanos, un sueldito parlamentario; ya sé que le advertiste, por activa y por pasiva, que no hiciera pollabobadas; ya sé que lo suyo fue la crónica de una muerte anunciada. Ya lo sé. Pero tú, que has ido -como yo, como tantos- a un colegio de pago, no tenías que haber sido tan cruel. Llanos está llorando por las esquinas y hoy, que es el día del Señor, quiero enviarle un cariñoso recuerdo. Él se lo buscó, pero el castigo fue durísimo. Por cierto: un abrazo para Alfonso Soriano, el último caballero.

achaves@radioranilla.com