ESTA SEMANA que acaba hoy –o acabó ayer sábado; todavía no se ha precisado si el domingo es el primero o el último día de la semana– nos hemos ocupado casi exclusivamente de don Santiago Pérez, ínclito personaje, "defensor" de Tenerife, naturalmente con los votos que ha obtenido en Tenerife, aspirante en su momento a la alcaldía de La Laguna. ¡Jesús! ¡De la que se libraron los laguneros! En definitiva, un político fracasado, inútil e inservible, caduco y caducado, denunciador nato, que da los últimos coletazos porque ya no lo quieren ni en el PSOE de sus amores. Los socialistas políticos, incluso siendo lo que son, no están dispuestos a acoger en su seno a un jacobino, a un marxista-leninista. A un señor que presume de "perseguido" por la policía de Franco, aunque dicen sus compañeros de época escolar que cantaba el Cara al Sol como los demás, no sabemos si de buen grado o a la fuerza. Sea como fuese, si tan rojo y tan progre era desde su temprana infancia, podía haberse negado a entonar el himno de la Falange. ¿Por qué no lo hizo?

Nosotros mismos respondemos a esta pregunta: porque ya desde entonces era un ínclito personaje al que se le va la fuerza por la boca. A medida que se hizo mayor, también aumentaron en importancia sus maldades políticas. Las más importantes han sido dejar a Santa Cruz sin playa y a Tenerife sin puerto de Granadilla. Eso por no mencionar su igualmente infame intención de calificar a EL DÍA como un periódico racista y xenófobo. Acciones que, a la larga, se han vuelto contra él y contra su partido, pues no en vano ha dejado al PSOE al pie del fracaso electoral. ¿Se lo llevará Juanfer a Bruselas? ¿Sabe inglés y francés para ir a Bruselas?

DEBIDO a que hemos tenido que ocuparnos de este personaje inefable, hemos perdido el hilo de nuestra argumentación sobre la imprescindible, inaplazable e irremediable –ya no hay vuelta atrás– independencia de Canarias. Hoy, tal vez a calamo currente (al transcurrir de la pluma, sin reflexión, de imprevisto) subrayamos una vez más que la independencia es inevitable. Inevitable siempre es la libertad, aunque los esclavistas la detestan. La detestaron los españoles cuando se encontraron con las posesiones aborígenes americanas –descubrir no descubrieron nada porque el llamado Nuevo Mundo ya estaba descubierto por los seres humanos que lo poblaban– y allí se quedaron explotando sus riquezas sin piedad. Expoliando países de los que luego salieron sin honor porque los echaron a patadas. Entonces se refugiaron en el ghetto canario que habían invadido y ocupado previamente. De Canarias se dice que es la última colonia neta que queda en el mundo.

Aseguran algunos que será difícil echar los españoles de Canarias. Pues claro que sí. A ver cómo abandonan voluntariamente esta teta de oro que les proporciona ingresos a porrillo. No es de esperar que salgan por decisión propia de unas Islas que gozan de una excelente posición geoestratégica. O es el pueblo quien los aburre por su insistencia pacífica para recuperar su libertad, o es la ONU quien los obliga a descolonizar este territorio, o es el Gobierno de Marruecos el que les ordena el desalojo cuando se apodere de este Archipiélago porque entiende que forma parte de su territorio. Suyas son, en efecto, las aguas que rodean a Canarias. Nuestras Islas, lo recordamos una vez más, están dentro de la zona económica exclusiva de Marruecos.

LA VERDAD, lo confesamos, es que nos duele mucho cuanto hemos dicho sobre el asunto de la independencia, como también nos aflige que muchos habitantes de estas Islas estén podridos por los beneficios que les otorga el poderío español aquí establecido. De igual forma, nos acongojan los narcotizados que siguen en la narcolepsia, en ese sueño profundo en el que los han encerrado. Cautivos con la idea de que no podemos volar por nuestra cuenta sin recibir las ayudas de Europa, cuando tanto España como Europa se están enriqueciendo injustamente con los frutos de Canarias. Será difícil que nos dejen –lo repetimo– pero más tarde o más temprano conseguiremos la libertad. El "temprano" esperamos que sea este mismo año, cuando el Comité de Descolonización de los Pueblos ejecute su resolución 1.514. Además, el pueblo sabe sobradamente que Canarias es una colonia; que Canarias no es España; que es un eufemismo de colonizados considerarnos una comunidad autónoma española; y que, por supuesto, no somos ultraperiféricos de ningún país europeo ni tenemos por qué serlo en absoluto. Estando donde está, Canarias es un país africano y atlántico, y conforma, por esas dos circunstancias, una nación bien definida e íntegra como lo es el ejemplo que tenemos un poco más abajo. Nos referimos a Cabo Verde; un país al que ahora don Adán Martín menosprecia en sus declaraciones a un periódico canarión. No nos extraña la querencia del señor Martín por la prensa de la tercera isla. Don Adán todavía aspira a la presidencia de Cajacanarias, de la misma forma que sigue deseando favorecer a los canariones "grancanarios". Lo intentó en su día con el estatuto de las villas marianas, con el decreto de fusión de las cajas y con el intento de robo de la sangre de los tinerfeños para controlar desde Las Palmas la salud de todos los canarios. Un presidente que tan dominado estuvo por las niñas que le señalaba EL DÍA. Ojalá, lo deseamos con toda nuestra alma, que su salud sea buena y su permanencia entre nosotros muy larga. Lo que no le admitimos es que haya despreciado a Cabo Verde -una nación con asiento y bandera en la ONU, lo que hoy por hoy no tenemos los colonizados canarios- y haya comparado su situación de indígenas que tratan de salir adelante con la "boyante" –más bien colonialmente humillante– situación canaria. Los caboverdianos únicamente dependen de ellos mismos. En cambio, los canarios dependen de cualquier español peninsular o godo. Eso sí que es degradante, aunque afortunadamente no por mucho tiempo: la independencia nos hará libres y la libertad nos hará independientes.

CON INDEPENDENCIA seremos una de las naciones más ricas. Que piensen los narcolépticos para convencerse de nuestras posibilidades sólo en los derechos territoriales de aguas –de aguas superficiales y profundas–, en los cánones de paso por esas aguas y por el cielo que nos cubre. ¿Hasta qué punto somos ricos sólo con estos elementos, sin necesidad de recurrir al sol permanente de todas las islas salvo en la "gran" con su perpetua panza de burro? ¿Mentimos, exageramos? Sin necesidad, incluso, de acudir a los cultivos que, pese a todo, debemos propiciar, a la industria y al comercio que se derivan de la mencionada posición geoestratégica de Canarias. Comercio marítimo, comercio aéreo y el Teide, como centro y símbolo del Archipiélago, y no el Roque Nublo, que un día se llevará un ventarrón como se llevó el poético dedo de Dios.

¿De qué estamos hablando? Simplemente de libertad. Que vaya reaccionando el canario todavía descreído. Esta tierra es suya porque lo fue de sus antepasados. A España no le pertenece ni un milímetro de nuestras Islas, pues lo único que hizo fue invadirlas y posteriormente explotarlas en beneficio de la Metrópoli, además de esclavizar a sus habitantes. No hay ni un canario, lo aseguramos, que no crea en la libertad y en la independencia de la nación canaria. Sólo son incrédulos los politizados; esos que tienen los bolsillos bien llenos y las despensas repletas para ellos y los suyos. Isleños amedrentados en el pasado por la fuerza y hoy igualmente por la fuerza y por los políticos que acuden a la Justicia, a la que tienen politizada para amedrentar.

No hay un canario que no desee vivir con libertad y sin someterse a los llamados españoles peninsulares; españoles con los que deseamos llevarnos bien, formar familias, convivir, compartir lengua, cultura, economía, pero sin que nos dominen colonialmente. De la misma forma, queremos llevarnos bien con todos los países de Europa, pero siendo libres, libres, libres, no europeos ultraperiféricos. Qué pena da tropezarnos todavía con personas que están adormecidas y amedrentadas. ¿Por qué ocurre esto en pleno siglo XXI? ¿Por qué hemos de estar mandados por dirigentes españoles?