MESES después del primer anuncio, que comenté oportunamente en esta columna, Titsa vuelve a referirse, en información que publica este periódico, a la que califica como "histórica inversión", porque es la más cuantiosa, concretamente 12.284.011 euros, que ha efectuado la empresa pública de transportes propiedad del Cabildo Insular de Tenerife en sus más de treinta años de existencia.

Titsa incrementará su parque en 69 nuevos vehículos, que es lo que suman 17 autobuses de 15 metros, 24 de 12 metros y, por primera vez, 28 microbuses. No se informa sobre la capacidad de cada una de las clases de vehículos ni de la cantidad total de plazas de la flota ni, tampoco, del incremento del número de pasajeros que se prevé que admita el renovado parque. Sí se pondera un supuesto "cambio del concepto del transporte de viajeros por carretera" y otras lógicas consecuencias favorables en cuanto al ahorro de combustible y la adaptación de los tipos de los vehículos a las condiciones que ofrecen los diferentes trayectos a recorrer en los distintos itinerarios de la isla.

Aunque no se mencionan concretamente, los vehículos de Titsa tienen que cubrir rutas como las del macizo de Anaga y muchas otras cuyas vías de acceso no son las apropiadas para grandes transportes. De ahí la adquisición de los microbuses, que se adaptan mejor, más fácilmente y con mayor seguridad a esos trayectos.

Mucho tiempo han tardado los responsables de la empresa pública en darse cuenta del gasto inútil de una de las grandes guaguas, porque no había otras, en líneas como la 911 y algunas a barrios del extrarradio de Santa Cruz y, me figuro, de otras ciudades de la isla. Otras veces he contado que, en ocasiones, he sido el único, o uno de los dos o tres ocupantes de una larga guagua de la línea 911 en la mañana de los domingos. Aquí la recaudación es cero, o casi cero y el gasto del viaje, en combustible, aceite y gasto de piezas del motor, es tal cual si el vehículo viajara completo. Aunque dice el refrán que "nunca es tarde", aquí se ha tardado, inexplicablemente, mucho y esas cuantiosas pérdidas no se recuperarán. Ahora entramos en una nueva fase en la explotación de Titsa. Ojalá se cumplan los optimistas pronósticos de los responsables en cuanto al servicio, aunque habría que revisar detalles como las marquesinas, que deben establecerse donde hacen falta y reparar defectos en algunas. Asimismo, para hacer las cosas bien y que nada falle, exigir al personal el cumplimiento a rajatabla de las frecuencias en las salidas de los autobuses para acortar las incómodas esperas.