A ESTAS alturas ya no sé si es más vergonzoso que un señor coja una baja por depresión para disfrutar de vacaciones adicionales, o que alguien denuncie el fraude. Vaya por delante que me refiero a dolencias simuladas, ya sea por problemas mentales o porque al sujeto le duele la pantorrilla. Una vez vino a verme un galeno amigo bastante indignado. Trabajaba como médico de cabecera en la Seguridad Social, llevaba varias semanas firmándole partes de baja por depresión a una paciente y su jefe -no recuerdo si me dijo que era el inspector médico- le exigía que le diese el alta inmediatamente. "Le dije que si quería, que firmase él personalmente el parte de alta, pero que como le pasara algo a la chica lo denunciaba". Hasta entonces no me había dicho que se trataba de una mujer joven. "¿Y qué hizo el inspector?", le pregunté con cierta curiosidad. "Dio media vuelta y se fue", respondió ufano. Ciertamente, algunas amistades no son para que uno se cuelgue medallas. Por supuesto -vaya eso también por delante-, no estoy cualificado para determinar si alguien está en condiciones de trabajar, o realmente se encuentra "depre". Por si a alguien le sirve la receta, confieso que cuando siento los primeros síntomas de un día tonto, me subo a una bicicleta y pedaleo un par de horas. Acabo con cierta depresión física, qué remedio, pero a cambio, el coco se me queda bastante tranquilo. En este sentido, me comentaba otro amigo, en este caso voluntario de la Cruz Roja, que nunca había visto a un subsahariano deprimido en una patera. Tal vez a los que deben buscarse el sustento diario, e incluso arriesgar la vida en pos de una vida casi nunca mejor, les queda poco tiempo adicional para deprimirse.

Acaso estemos obligados a convivir con situaciones moralmente repugnantes como lo es la proliferación de bajas fingidas, sean por la dolencia que sean. Pretender que las autoridades hagan la vista gorda se me antoja más intolerable. Intolerable para mí, y posiblemente también para muchos de ustedes, pero no para STEC-IC. Un sindicato que ha denunciado a José Manuel Soria "por declarar gratuitamente, entre otras descalificaciones totalmente improcedentes, que se van a acabar las típicas bajas por depresión de personas que se pasan el día en la playa". Léanlo bien: el vicepresidente del Gobierno de Canarias y consejero de Economía ha sido denunciado -y la denuncia admitida a trámite, que esa es otra- por luchar contra el absentismo laboral y las bajas fraudulentas. Pierdan ustedes cuidado que no saldrá a la calle el STEC-IC, ni ningún otro sindicato, por el hecho de que un Gobierno -el de Zapatero, por si alguien no se ha dado cuenta aún- esté conduciendo al país a la bancarrota irreversible. Con estos criterios, a partir de ahora se podrá denunciar al director general de Tráfico por decir que se van a instalar más controles para evitar los excesos de velocidad. Seamos serios: la existencia de algunos funcionarios tramposos no implica que todos lo sean, de la misma forma que unos pocos conductores imprudentes no anatematizan a todos los que se ponen detrás de un volante. Lo primero que se aprende en la clase de lógica es a no pasar de lo particular a lo general, pero nadie ha demostrado que los sindicalistas posean el menor interés por la lógica.

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