RECIBO UNA NOTA vía correo-e de un matrimonio de funcionarios. Él trabaja en la función pública desde hace 15 años; ella, desde hace 17. "¿Le parece a usted bien que nos reduzcan los ingresos familiares en un diez por ciento"?, me preguntan. "Tenemos tres hijos". No me parece ni bien, ni mal. Podría responderles que algunos empresarios están ganando un 30, un 50 y hasta un 80 por ciento menos que el año pasado. Y eso los que tienen suerte; muchísimos están perdiendo dinero. Son incontables los que han tenido que cerrar. No está de más recordar que durante el año 2009 desaparecieron del mercado 400.000 trabajadores autónomos. Las previsiones para 2010 son que otros 200.000 pasen a mejor vida antes del 31 de diciembre; no físicamente, claro, hasta ahí podíamos llegar, pero sí en el aspecto económico. Trabajadores que se quedan sin ingresos, sin cobertura por desempleo y, en numerosas ocasiones, endeudados por los compromisos adquiridos en los últimos meses para tratar de prolongar el chiringuito, esperando ver la luz al final del túnel. Y al final la vieron, pero no la luz de la salida sino la de la locomotora de la crisis que terminó de llevárselos por delante. Me pregunto cuántos de esos empresarios, cuántos de esos trabajadores autónomos e incluso cuantos desempleados "normales" con 45 ó 50 años -es decir, con escasas o nulas posibilidades de volver a encontrar trabajo- agradecerían que les redujesen sus ingresos un cinco por ciento a cambio de no perder el empleo.

En cualquier caso, no es justo que los funcionarios sean los únicos pagadores del imprescindible reajuste. A Zapatero no se le puede criticar por lo que ha decidido hacer, sino por el tiempo que ha tardado en aplicar unas medidas improrrogables. Por supuesto, ahí está ya Cándido Méndez -jozú, jozú, jozú- anunciando una huelga general para el 2 de junio. Méndez y Toxo: los dos grandes vividores de este país. Yerran, sin embargo, quienes los acusan de ser los responsables de lo que está pasando. El único culpable es Rodríguez Zapatero que, en vez de gobernar, les ha hecho caso en todo con tal de que no le alborotaran la calle. Al final, miren por donde, se la van a alborotar.

Cabe suponer, insisto, en que no serán sólo los funcionarios quienes paguen los platos rotos por la oligarquía sindical española. ¿Se van a seguir realizando con dinero público mapas de los órganos sexuales femeninos y a seguir editando manuales sobre la mejor forma de masturbarse? Manuales para aprender a pajearse. Hay que joderse. A lo que hemos llegado. ¿Desaparecerá de escena esa inútil política llamada Bibiana Aído? ¿Suprimirán la tercera vicepresidencia del Gobierno, aun a costa de que Manolo Chaves se quede en el paro? Entre cinco millones de desempleados no se iba a notar mucho.

No obstante, la nota graciosa en el baile de recortes la ha puesto el Parlamento de Canarias. Los diputados -y diputadas- de la calle Teobaldo Power no van a renunciar a la paga extra de 4.505,5 euros que se adjudicaron a mediados de 2008 por decisión unánime y en plena crisis; tan sólo se van a congelar sus salarios. De reducción, nada; ni un cinco, ni un tres, ni un mísero uno por ciento. Nada de nada. No me negarán que este es el mejor ejemplo de sacrificio.