SE SUPONE que a la gente, tan acostumbrada a leer en los periódicos y ver por la TV noticias de continuos robos, asaltos, secuestros y asesinatos de mujeres por sus "queridos" -que ahora llaman compañeros sentimentales- y de jóvenes por otros jóvenes, apenas le sorprende un robo más. Pero la cosa es realmente grave cuando el lugar donde, supuestamente, se realiza la sustracción es una iglesia o un convento y de lo que se apropian los supuestos ladrones es de material de culto, como denuncia la Esclavitud del Cristo de La Laguna, que echa en falta estos objetos sagrados en la sede que alberga la imagen que tanta devoción despierta en la Ciudad de los Adelantados y en la isla entera.

Seguros tienen que estar de la desaparición los responsables de la Esclavitud cuando dirigen un escrito al guardián del convento franciscano, Francisco González Ferrera, al que advierten de que "deje de sacar material de culto y devuelva el que se ha llevado, embalado, en varias furgonetas, por pertenecer al Cristo y a la Esclavitud".

A no ser que se trate de un ultimátum, antes de pasar a las acciones legales correspondientes, no se entiende por qué la Esclavitud no ha denunciado ya el hecho en el Juzgado y, consiguientemente, haya recuperado lo sustraído si, realmente, se trata de eso y no de una utilización distinta y justificada de los objetos de culto. Los reclamantes afirman que hay pruebas fotográficas de la salida de patrimonio mueble del convento y de la iglesia. ¿Y a qué espera la Esclavitud para formular la denuncia? Incomprensible, más aún tratándose de los objetos sustraídos o sacados de su sitio sin la debida autorización.

Como, al parecer, el guardián franciscano o no responde o niega la sustracción, los responsables de la Esclavitud afirman que poseen un inventario del patrimonio mueble y que han detectado faltas en el material de culto. Faltan prendas de la vestimenta de los monaguillos confeccionadas con telas valiosas. Y se echan de menos otras prendas de valor utilizadas en la festividad de la Virgen de la Concepción, cuya imagen se venera en el Santuario del Cristo y a la que faltan joyas que la adornaban, sin que se sepa por qué y dónde están, cuestión que agrava todavía más lo sucedido y despierta sospechas.

Por otro lado, se habla de que los pocos frailes que quedan en el convento van a abandonar el mismo y saldrán de La Laguna, por disposición de la Orden, que va a cerrar, entre otros, los conventos de Sevilla, de Las Palmas y de La Laguna por falta de vocaciones. Sin embargo, se da la circunstancia de que el convento lagunero no es propiedad de la Orden Franciscana, sino de la Esclavitud del Cristo y se agrava el tema de las supuestas sustracciones cuando, últimamente, el presidente de la Asociación de Defensa de La Laguna, don Julio Torres, admite y da por ciertos los datos facilitados por la Esclavitud y solicita al padre guardián del convento la devolución de la Custodia del Cristo, de la que le acusan de haberse apropiado indebidamente. ¿Va a haber denuncia al juez por esta apropiación? Los laguneros y todos los tinerfeños esperamos una sentencia favorable.