HABRÁ que esperar hasta esta tarde para saber si el Club Deportivo Tenerife consigue mantenerse un año más en primera división o si, lamentablemente, desciende a segunda. Sin embargo, no hace falta aguardar tanto para saber lo que piensan al respecto los lectores de cierto periódico de Las Palmas. Según una encuesta realizada en Internet, el 69 por ciento de los participantes -datos del sábado por la mañana- manifiestan que se alegrarían "enormemente" del posible descalabro del equipo tinerfeño. Si esta encuesta la hubiese realizado y publicitado un periódico tinerfeño, en concreto EL DÍA, quizá a estas horas ya se hubiese reunido el Cabildo amarillo para pedir la reprobación pública de un medio de comunicación privado. Sabido es que los sondeos de opinión en la Red no son científicamente fiables, pero tampoco sería correcto relegarlos al cero absoluto. En realidad, suelen ser bastante indicativos. No sé si merece la pena subrayar una vez más, considerando las innumerables veces en que se ha dicho y escrito, la importancia del fútbol como escaparate ante la opinión pública española. Una importancia, huelga insistir en ello, que supera el ámbito deportivo. ¿Le molesta a alguien en Las Palmas que Tenerife tenga una proyección nacional? Parece que sí; parece que le molesta al 69 por ciento de los señores -y señoras- participantes en la citada encuesta. Un ejemplo más de cómo se debe entender "correctamente" la solidaridad regional.

Una solidaridad, cambiando de ámbito, que también acontece en el seno de los partidos políticos. No sé -no tengo por qué saberlo- a quien se le ocurrió la idea de incluir la sección "Yo propongo" en la convención regional del PP, celebrada el viernes en Santa Cruz de Tenerife. Dudo, en cambio, que el invento se vuelva a repetir. La intención, no del todo mala, era que los militantes del partido, simpatizantes y, en general, cualquier asistente al acto, realizase sus propuestas de viva voz. Hasta aquí todo bien. El fallo, en el caso de que la libertad de expresión pueda ser calificada como un error, radicaba en que las propuestas podían hacerlas tanto los afines a Soria y Tavío, como sus críticos. Verbigracia, Miguel Cabrera Pérez-Camacho. El ex portavoz parlamentario del PP no dejó títere con cabeza. "Propongo que desterremos el cainismo de nuestro partido, propongo que siempre apoyemos a los nuestros, nos caigan bien o mal, se equivoquen o acierten, porque son los nuestros, y que nunca dejemos a los cargos públicos del partido, ni en el Ayuntamiento de Santa Cruz ni en ningún otro lado, a los pies de nuestros adversarios políticos", manifestó en clara alusión a la brutal -¿y ejemplarizante?- defenestración de Ángel Llanos. Ciertamente el Pibe de Ofra es, en gran parte, responsable de lo que le está sucediendo. No supo asumir que era el primer teniente de alcalde, y no el alcalde, de Santa Cruz, y también desobedeció al presidente regional del partido cuando le ordenó que no hiciera desde fuera lo que no hubiera hecho desde dentro; es decir, que se ahorrara las feroces críticas contra Miguel Zerolo una vez que éste lo cesó como concejal de Economía en el Ayuntamiento capitalino. No obstante, pese a estas ineludibles razones de disciplina interna -sin las cuales no podría existir ni un partido político, ni ninguna organización que pretenda ser seria-, deberá explicar el PP canario por qué prescinde del candidato que, hoy por hoy, más votos puede conseguirle no sólo en Santa Cruz sino en todo Tenerife.

El resto de la intervención de Miguel Cabrera podría haber ocurrido en términos equivalentes durante una convención de cualquier partido político, pues las discrepancias internas del PP no difieren mucho a las del PSOE o CC. Tan sólo, como mera anécdota, merece la pena comentar que al ruego de Pérez-Camacho de que "nunca más caiga el partido en manos de grupos o de familias" no hacía falta ponerle nombres y apellidos; implícitamente, ya los tenía. Parece mentira que el PP vuelva a tropezar con la misma piedra. También tenía nombre y sobrenombre la propuesta de Miguel Cabrera para "educar a nuestros cargos públicos y enseñar a nuestros jóvenes que a la política no se viene a ganar un sueldo, sino a prestar un servicio y participar en la vida pública". ¿Se dio por aludido el cachetitos? Habrá que preguntárselo.

Quizá a estas alturas ya hayan corrido a gorrazos a quien tuvo la idea de incluir el "Yo propongo" en la convención popular. ¿Fue la Niña o el doctor? Dudo que haya sido el doctor; no es su estilo escuchar al populacho. En cualquier caso, el mentado foro ha tenido el innegable valor de evidenciar que los militantes del PP -los militantes de cualquier partido- pueden ser lo suficientemente leales para comulgar con todas las ruedas de molino que les administren sus dirigentes, pero no lo suficientemente imbéciles para no darse cuenta de ello.

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