Ahora, después de casi dos años perdiendo el tiempo, sin tomar medidas eficaces que encauzaran la economía española, sale el Gobierno con algunas medidas que nadie esperaba, por injustas e impopulares. Todos esperábamos que se suprimieran de todas las administraciones los gastos innecesarios y que se postergaran aquellos que no son tan urgentes y, por lo tanto, pueden esperar. Pues no, de esto no se dice nada. Hay gastos millonarios que el Gobierno central, autonomías y ayuntamientos deberían dejar en suspenso, a ver si esto escampa. Asesores, televisiones autonómicas, policías autonómicas, fiestas, sueldos desorbitados de políticos, multitud de puestos políticos y un sinfín de agujeros por donde se escapa el dinero de los contribuyentes.

Meter la mano en el salario de los funcionarios públicos sólo sería justificable si se hiciera en aquellos casos, que es la minoría, de privilegiados que tuvieran sueldos suculentos y fuera de lo común, porque la inmensa mayoría tiene un sueldo más bien modesto y muy devaluado por la inflación de todos los años, ya que las subidas siempre se hacen por debajo de ésta.

Tocar las pensiones y congelarlas es inadmisible y sería lo último que habría que hacer, pero a pesar de las veces que hemos oído de boca de los gobernantes que este tema no se tocaría nunca, nos encontramos que a la primera de cambio, donde dije digo digo Diego. ¿Qué credibilidad podemos esperar de esta clase de personas?

Los grandes derroches y las malas administraciones son los que nos han llevado a esta situación, pero los que ahora tienen que pagarla no son los que han derrochado nada. Los que han causado este desastre económico seguirán nadando en la abundancia, como si no hubiera pasado nada.

Juan Rosales Jurado

Canarias tiene un cáncer

Y ese cáncer es el turismo de masas. Es por eso que no pude contener la indignación cuando en el programa "El Envite", del pasado día 29 de abril, en "la nuestra", los cuatro periodistas de Lanzarote y el presidente del Cabildo de esa isla hablaban del turismo como si estuviéramos en los años sesenta del pasado siglo, cuando iniciábamos el despegue económico y era natural y lógico que pretendiéramos aumentar el número de turistas mediante campañas publicitarias, aunque en honor a la verdad habría que decir que Canarias no se vendía sola, y el boca a boca funcionaba maravillosamente, lo cual no es de extrañar, puesto que nuestra tierra era un auténtico paraíso.

La gente metida en la función pública huyó a propósito de la expresión políticos, no supo parar el desarrollo cuando, allá por el año 91, alcanzamos los seis millones de turistas y debimos colocar el cartel de "completo". Cuando íbamos por cuatro millones de turistas se debieron encender todas las alarmas, advirtiendo de que estábamos entrando en el turismo de masas y en el desarrollo insostenible. Quiero que a mi gente le quede claro que el turismo de masas es conveniente para España, pero fatal y destructivo para Canarias.

Era inaudito oír hablar a los cinco del citado programa del desarrollo y futuro de Lanzarote, ignorando a mi pueblo, sin darse cuenta de que Lanzarote ya hace tiempo que dejó el futuro atrás y que lo que procede es regresar a él. Estoy de acuerdo con Anguita, y sin que sirva de precedente, en que el desarrollo no puede ser algo sin fin.

Nuestro desarrollo turístico y económico tenemos que adecuarlo a nuestras necesidades. De lo contrario, ocurrirá en todas las Islas lo mismo que en Lanzarote, quiero decir, que habrá más fuereños residentes que canarios. Esto es una auténtica tragedia nacional canaria, por ello nuestra obligación es detener la llegada masiva de gente procedente de cualquier parte del mundo, principalmente de España, cosa natural si tenemos en cuenta que es el país colonizador y de siempre se ha sabido las enormes ventajas que acompañan a los colonizadores.

Antonio Artiles Megías