SE NOS DICE que la mayor parte de ese dinero (600.000 x 23) sale de la Federación Española de Fútbol, que se nutre de los presupuestos del Estado en un exiguo 3%; o sea, que no sale de los bolsillos de los que, atorrollados, están vejados por la merma de pensiones y salarios, sino que es de las televisiones, de los tinglados de las diferentes propagandas, etc. Es esto una falacia más porque tanto al principio como al final todo sale de los mismos bolsillos: del sufrido trabajador y de todos aquellos que tienen una nómina controlada. Además, sus estatutos contemplan que una de sus fuentes de financiación son también las subvenciones de las entidades públicas, y sus presupuestos y evolución están bajo la supervisión del Consejo Superior de Deportes, donde el Gobierno, a través de la Secretaría de Estado correspondiente, tiene mucho que decir.

Pero a lo que íbamos. En esta época de tijeretazos, de penurias económicas, según se nos informa y se padece y vemos, de bancarrota del Estado, no así de la banca, el que se disponga de esa cantidad para cada jugador, si es que gana el Mundial de Fútbol, sea quizás el insulto y la obscenidad más lacerante para la inmensa mayoría de los contribuyentes, que estupefactos no entienden nada de nada.

Esa cantidad de dinero equivale a lo que a los mileuristas le cuesta treinta años de trabajo, y no tiene, asimismo, nada que ver con aquellos que tras un esfuerzo intelectual y creador durante su vida son nombrados ganadores, por ejemplo, del Planeta, del Cervantes y hasta el Nobel. O sea, una vergüenza del más alto descaro. De ahí que haya asuntos, como este, que no se deben permitir por el Gobierno de turno, sobre todo cuando se trata de personas, como los futbolistas en cuestión, que ya durante la temporada, entre fichajes, primas y sueldos, son multimillonarios.

El fútbol que se nos viene encima quedará como cortina de humo y catarsis de la situación acuciante que se vive y padece, y como será protagonista durante largos días el fervor patrio se camuflará tras los televisores de todos los que padecen miserias y así compaginar y alentar desde la mentira un comportamiento quietista y adocenado y, eso sí, intentar ser campeones aunque sea de la nada.

Estas son las grandes paradojas y contradicciones que se desarrollan y, desde lo incontrolable, que hacen que sea el fútbol un gran negocio y que lo de menos es la defensa de unos colores, "La Roja", ya que lo que prima es engordar el patrimonio y cuentas corrientes de esos 23 más el seleccionador, que, dicho sea de paso, cuando se le pregunta lo que gana contesta con toda la desfachatez del mundo no saberlo.

De ahí que lo que habrá que hacer serán dos cosas: que muchos hagan esfuerzo y se entusiasmen para que la selección española quede campeona del Mundial y no les importe ese derroche, o -sería lo más coherente- que ese dinero que sale de la Federación de Fútbol, y que le sobra por lo visto, se dedique a fomentar y desarrollar actividades deportivas más provechosas y de carácter social, como es activar distintas facetas del fútbol de categorías inferiores o el fomento de escuelas de alto rendimiento.

Por ese motivo y desde la cordura, y lo que se podrá decidir desde lo más íntimo de cada cual, es que la selección española no gane el Mundial, para que se ahorren esos millones de euros y se dediquen a fortalecer no a los que son millonarios, sino a favorecer y estimular a los que quieren ser deportistas y andan en la penuria de su intento; o prestárselo al Estado dada su renqueante situación económica.