HASTA ayer mismo, sin ninguna duda, estábamos convencidos de que Juan Julio Fernández y Carlos A. Schwartz gozaban del reconocimiento general como expertos arquitectos, es decir, personas que entienden de proyectos y construcción de edificios e igualmente vinculados al mundo de la cultura. Pero, siguiendo los razonamientos de la delegada del Gobierno en Canarias, Carolina Darias, en las que deja una huella indeleble de lo que significa practicar el noble gesto de la genuflexión ante cualquier orden dimanada de Madrid, nos quedamos con la duda de si estos técnicos reúnen los conocimientos precisos para pronunciarse, en distintos artículos, sobre la repetida amenaza contra el hotel Médano y de la que nosotros, simplemente por nostalgia, también hemos dedicado algunas líneas aquí mismo.

Claro que no hay que realizar demasiados esfuerzos intelectuales para entender la postura de doña Carolina, perteneciendo al mismo partido que la nombró. Cuando gobernaban los "populares" también se padecieron en Canarias las decisiones de aquel señor de cuyo nombre no queremos acordarnos. Sí nos preguntamos, en cambio, sobre la curiosidad que debe sentir la delegada para enterarse "in situ" por las situaciones que enjuicia antes de confirmarlas. Porque si, por ejemplo, se da una vuelta por lo que queda de Cho Vito, es más que probable que llegue a la conclusión de que Costas y ella, con órdenes puntuales a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, cometieron uno de los episodios más vergonzosos en la historia de los desalojos en España. Aquel espectacular y ruidoso dispositivo, por tierra, mar y aire, fue realizado para que en todas las noticias de TV emitidas en España se recogiera el final de la operación con cuatro humildes casas derribadas y una señora mayor a la que las citadas Fuerzas sacaban en volandas. El escenario de lo que quedó es hoy deprimente.

Cuando en Tenerife todo lo que rodeaba al turismo se centraba en el Puerto de la Cruz, con la construcción de los, entonces, nuevos hoteles y espléndidas avenidas, el Sur no había despertado aún de aquel abandono que lo definía como paraje marchito. Horas y horas por una sinuosa y peligrosa carretera nos trasladaba, en 1964, al hotel Médano. El establecimiento fue construido en 1960... cuando aún no existía ese formidable organismo que se denomina Costas para el que todo el litoral español reúne las mismas características.

A modo de recordatorio para la señora delegada, el otro día, la Cotmac, comisión gubernamental canaria integrada por técnicos de aquí, falló a favor de conservar los caseríos de Anaga cuando Medio Ambiente de Madrid ya los tenía entre ojos. Doña Carolina no se hizo eco de esta buena noticia para unos vecinos de Almáciga, Roque de las Bodegas y Tachero, a quienes ese Ministerio los mantenía en ascuas desde hace años.

Y es que Costas siempre ha sentido ciertos cariños hacia el territorio (es un decir) del Archipiélago canario, inclinación que viene demostrando a través de un conjunto de resoluciones que han afectado y afectan a muchos isleños que asisten, estupefactos, al desarrollo de una serie de escenas inevitablemente unidas a las demoliciones. Ya se atisba en el horizonte un nuevo caso. Bocacangrejo, esta vez, demuestra a Costas que ellos quieren estar con la ley, y, en una asamblea vecinal, han desvelado que existen 12 viviendas que han realizado obras sin el permiso correspondiente. Y lo reconocen y lo trasladan. Dos formas de ser, desde luego.

Pero con el hotel Médano suceden otras amenidades. Al margen de la ya citada de la existencia del inmueble en 1960, en 1980 se realizaron una serie de obras de reforma y ampliación, después de presentar los correspondientes proyectos y obtenidas las preceptivas licencias de la ... ¡Demarcación de Costas!, y hoy es ésta la que ordena la reversión al Estado y derribo de las instalaciones autorizadas entonces desde sus despachos. De momento, el Ayuntamiento de Granadilla, en pleno, ha aprobado, por unanimidad, una moción por la que se opone al derribo del hotel Médano y a las edificaciones adyacentes porque forman parte del valor añadido de este entorno turístico. Existe una medida más: el Cabildo tinerfeño, que tantos bienes culturales incoa a voleo, debería plantarse el amparo de este patrimonio histórico (el primer hotel levantado en el Sur) con la declaración de Bien de Interés Cultural. Si todas las administraciones canarias están de acuerdo en apoyar estas proyección, ¿qué pinta Costas aquí?