PARECE que el Rastro del Mercado Central de Santa Cruz Nuestra Señora de África, que levantó y al que dio vida el general Serrador, junto con el puente que lleva su nombre, cuando era jefe del Mando Económico en el antiguo régimen, tiene sus días contados porque la Federación de Comercio de Tenerife (Fedeco) la ha tomado con esta especie de refugio comercial de donde viven cientos de familias y donde también encontraron sitio provisional otros núcleos familiares acosados por la crisis en estos últimos tiempos.

Fedeco, o quienes forman esta federación y la de la otra provincia, asociados o no, han sido siempre contrarios al establecimiento en la isla y en el Archipiélago de varias empresas. La presión de los comerciantes locales sobre el Gobierno autónomo ha propiciado cortapisas legales para llevar a cabo esos impedimentos, que amenazaban con su competencia el negocio de los establecidos, cuyo mérito y ayuda al pueblo cuando no había ni súper ni hipermercados es de elogiar. Pero ese pueblo al que ayudaron aspira a poseer centros comerciales que funcionen con una oferta nueva y, hasta entonces, desconocida y una organización más moderna y más cercana a las verdaderas necesidades de una sociedad no debidamente atendida por las que el pueblo, crítico y poco agradecido, llamaba "tiendas de chochos y moscas", exagerando un poco y sin que esos comercios merecieran esa denominación. Pero así ocurre siempre.

La larga lucha con las tiendas llamadas "de descuento duro" fue una de las batallas que ganaron los comerciantes que ahora son Fedeco y que tuvo que resolver la misma Unión Europea.

Pero ahora Fedeco lucha contra una pobre gente que, con el Rastro, se defiende de la crisis que, para ellos, son las necesidades de cada día. Es negar ayuda a seres humanos que la necesitan. Fedeco acusa en estos momentos a los "rastristas" de tener caducadas sus licencias desde el año 2009, o sea, de estar establecidos sin cumplir con lo que manda la ley. Y eso ni es solidaridad ni es una forma aceptable de ayudar a unas familias que tienen necesidades palpables.