EL DOMINGO subí al Teide. Iba a recibir a Elena, una joven que pretendía convertirse en la primera persona en subir a la cima más alta de España en silla de ruedas. El reto me pareció descomunal cuando Juan Antonio Rodríguez, ex concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz, me lo comentó hace ya casi un año. Juan Antonio, también en silla de ruedas por un maldito accidente, preside una ONG, Montaña Para Todos, que se dedica a facilitar que las personas con movilidad reducida puedan acceder a nuestros montes y recorrer los senderos en unas sillas especiales, "jöelettes", acompañadas de montañeros voluntarios. Pero subir al Teide me pareció entonces un objetivo inalcanzable. Después de varios intentos fallidos por causas meteorológicas, por fin se fijó la fecha para la ascensión el sábado, 3 de julio. Así que el domingo 4 subí al Teide para esperar a Elena, la intrépida joven que comenzó la ascensión el sábado a la una y media del mediodía y que, según me habían informado, había llegado al refugio a las seis de la tarde. El tramo desde el refugio al teleférico era uno de los más difíciles, por lo que la expedición salió a las siete de la madrugada. Mi sorpresa fue mayúscula cuando a las diez de la mañana, antes de la hora prevista, vi llegar a Elena. Me emocioné. La felicité a ella y a los montañeros que habían hecho posible la proeza. Descansaron media hora y comenzaron la subida al cono. La gente que nos cruzamos en la ascensión, en su mayoría turistas peninsulares y extranjeros, preguntaban sorprendidos si Elena había subido desde la base y al confirmárselo rompían a aplaudir en señal de admiración y respeto. Me sentí orgulloso al formar parte de una gesta titánica que situaría por primera vez en la historia de la montaña a una joven en silla de ruedas en la cumbre más alta de España. Y Elena lo logró. Cuando en lo más alto del Teide, entre las emanaciones de azufre del cráter, y frente a una vista grandiosa del mar de nubes, la costa de Tenerife y otras islas, le preguntaron cómo se sentía. Respondió con una humildad demoledora que estaba muy contenta y agradecida a las personas que habían hecho posible que consiguiera su sueño. Estaba tranquila, relajada, no demostraba en ningún momento su evidente y justificado cansancio, sólo sonreía. Un sol. Los montañeros voluntarios que se habían relevado durante la ascensión en durísimos turnos tampoco demostraban ningún cansancio, sólo gritaban eufóricos, ¡lo hemos conseguido! Unos verdaderos héroes. Titanes con un corazón gigante que emocionados rodeaban a Elena mientras ésta miraba entusiasmada hacia abajo desde el punto más alto de España.

El viernes pasado presentamos en el Ayuntamiento de Santa Cruz el programa Santa Cruz + Accesible, que pretende involucrar a todos, administraciones, empresarios y vecinos, en el objetivo de conseguir que las personas con movilidad reducida puedan hacer una vida normal. La gesta de Elena demuestra que con poco una persona con movilidad reducida puede conseguir cualquier cosa. Ha sido una bonita manera de empezar este programa que pone el listón muy alto. Ahora toca mantener el nivel e involucrar a todos para conseguir que nuestras ciudades y montes sean cada vez más accesibles.