LUZ VERDE a la liga de las Islas Macaronésicas. Volvemos a ver al presidente del Gobierno de Canarias con las máximas autoridades de dos naciones: Portugal y Cabo Verde. Acompañan a don Paulino Rivero en la foto del acto celebrado en Praia el presidente portugués, Cavaco Silva, y el primer ministro caboverdiano, José María Neves. Pero hay diferencias. Una de esas autoridades es el presidente de una nación. La otra, el primer ministro de otra nación. Sin embargo, Paulino Rivero, pese a su innegable condición de político digno, eficaz y eficiente, serio y trabajador, sólo es el presidente de una colonia disfrazada de comunidad autónoma. Por lo tanto, no tiene valor intrínseco el que esté sentado con estas autoridades. El señor Rivero es un indígena de una colonia. Aunque sea una colonia rica, que lo es, pese a que su riqueza se la estén mamando los españoles. De los archipiélagos macaronésicos (Azores y Madeira estaban deshabitados cuando los ocuparon los portugueses, al igual que Cabo Verde, hoy nación soberana), Canarias es el más rico. Por eso España tiene a estas Islas como sus tetas de oro.

¿Durante cuánto tiempo más vamos a soportar la indignidad de ser indígenas colonizados? Ya estamos hartos de tanta sumisión a los españoles. Este año concluye el segundo y definitivo plazo establecido por el Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas para que queden liberados todos los territorios ocupados aún por países extranjeros. Es probable, si la ONU cumple con su programación, que Canarias esté finalmente incluida en la lista de naciones que deben ser desocupadas. De todas maneras, si no fuera así -que lo será-, somos los canarios los que debemos incluirnos en nuestro propio catálogo de la dignidad. La decencia de estar entre los países libres. Para ello debemos desterrar el miedo, pues hemos de convencernos de que ningún Ejército de ocupación disparará contra los que se levanten pidiendo su libertad, su dignidad y su identidad; en suma, su independencia. No se puede ir contra los sentimientos de un pueblo que quiere ser gobernado por su propia gente, no por políticos de otros países que, además, están muy lejos. Nada menos que a 2.000 kilómetros de distancia.

No queremos ser negativos como los falsos ecologistas y los enemigos sempiternos de Tenerife, entre ellos el socialista que ya no quieren en el PSOE y al que hoy no vamos a nombrar. Cualquier iniciativa del Gobierno de Canarias para mejorar las condiciones de vida de los isleños -muy penosas por la simple circunstancia de estar colonizados y expoliados desde la Metrópoli- bienvenida sea. Por eso no nos oponemos a que las Islas Macaronésicas se unan, siempre que todas lo hagan en las mismas condiciones de Cabo Verde; es decir, como naciones libres. Lo demás es una política de paños calientes ante los graves problemas que padecemos los canarios. Problemas que sólo se pueden resolver con un Gobierno propio que sea auténtico, no uno autonómico supeditado siempre a los intereses de los peninsulares y los canariones. En esa unión de islas se vuelve a hablar de regiones ultraperiféricas europeas. Qué ignominia. Como no teníamos poco con ser súbditos españoles, ahora nos hacen también ultraperiféricos europeos. No creemos que los caboverdianos acepten tal denominación. Ellos no son europeos ni mucho menos ciudadanos de ninguna periferia. Ellos son nacionales de su propia nación. Un derecho legítimo que se nos niega constantemente a los canarios.

¿De qué nos sirven, mientras no seamos libres, las reuniones de alto nivel? De nada y para nada. Únicamente para hacer el ridículo, como lo ha hecho don Paulino, dicho con todos los respetos hacia su persona porque estamos convencidos de que es un patriota nato, en la foto con el presidente de Portugal y el primer ministro de Cabo Verde. Esa foto tiene que hacérsela el presidente de la República de Canarias cuando tengamos bandera y asiento en la ONU, no antes. Antes, lo que procede es llamar a Zapatero y exigirle que nombre cuanto antes una comisión para el traspaso de poderes. Nada más.