El agua, cada vez más, es riqueza; se habla que será la principal divisa del nuevo milenio, que marcará la diferencia entre ricos y pobres, que establecerá más acentuadamente el nuevo orden y dimensión del planeta. "Agua es dinero".

En estas islas podemos establecer una primera diferencia entre los cinco territorios occidentales y los dos orientales. Mientras los primeros generan por la retención de nubes en sus alturas unos porcentajes estimables de H2O, los segundos dependen casi exclusivamente de aguas desaladas -uno de cada tres litros de agua que se consume en Canarias proviene de la desalación-, que requieren un alto consumo energético que nos convierte en dependientes y contaminantes.

La situación de cada isla es distinta; algunas, con grandes presas o balsas -que habría que seguir desarrollando-, diluyen la sensación de carencia, pero la verdad es que cada vez se escarba más en las galerías buscando las capas freáticas en preocupante retroceso bajo las entrañas de la tierra y cada vez es mayor la dependencia energética para la obtención del preciado bien, sin que exista política integral clara de ahorro en la distribución o consumo y mejor gestión. "Se está creando una falsa sensación de abundancia de agua" en un territorio muy habitado y que ya parte de una escasez histórica para la obtención del elemento.

Como paréntesis didáctico en el argumento y como pieza fundamental en el entramado actual, menciono las comunidades de agua. Se crean para alumbrarla como condominios o comunidades de bienes, con participaciones denominadas acciones a diferencia de los heredamientos anteriores, que nacieron para el aprovechamiento de las aguas superficiales (Marcos Guimerá, "Heredamiento de aguas en Canarias". Madrid, 1957). En la comunidad de agua, el partícipe es un inversor de capital que, con riesgo, se lanza a una empresa aleatoria, en la que puede obtener una ganancia o una pérdida. En un porcentaje cada vez más elevado, no son agricultores, sino que el caudal alumbrado, su participación en él, es objeto de comercio con el agricultor, estableciéndose una relación de compraventa. Las comunidades y sus obras de alumbramiento y de conducción tienen el mérito de haber paliado la casi extinción de los caudales de los heredamientos, aunque en la mayoría de los casos contribuyeran a ello.

Lo cierto es que décadas y décadas quejándonos por la falta del líquido elemento han dado paso a una realidad falsamente solvente, la actual, en la que no existe problema alguno, incluso para el despilfarro relativo, en cuanto a la cantidad y ya digo que a costa de desalar proporciones cada vez mayores y a costa de profundizar en la tierra para alumbrar aguas muy mineralizadas.

Con los avances tecnológicos en el aprovechamiento de los recursos hídricos alternativos, se hace necesario sobre todo en los territorios occidentales del Archipiélago captar los buenos niveles disponibles de la llamada lluvia horizontal. Es un manto que a diario envuelve la vela de los mayores mástiles y a todo el paisaje de las caras norte de las Islas

Por ejemplo, en Tenerife se han desarrollado unos dispositivos de captación de niebla, rocío y precipitaciones (NRP) que recogen agua de forma sencilla, económica y sostenible y que incluso pueden aprovecharse para generar electricidad. Ideal. "Estos sistemas han sido acabados y registrados en Canarias por Montes Verdes Ingeniería Agraria y son únicos en el mundo", dijo Theo Hernando, que es ingeniero técnico agrícola y gerente de la empresa que ha puesto en marcha el captador NRP 3.0. Theo explicó que "el diseño tiene forma tridimensional, con una base rectangular y sustenta unas estructuras verticales. Gracias a su pequeño tamaño, menos de un metro cuadrado, puede transportarse con facilidad. El objetivo en el Archipiélago es utilizar estos captadores para obtener agua en las superficies protegidas, zonas forestales o huertas abandonadas de las medianías que ahora no tienen un uso concreto". De momento, sus capacidades no pueden competir ni de lejos con las desaladoras, pero sería bueno ir creando redes alternativas para núcleos más pequeños y tratando de aprovechar el mar de nubes que bendice la tierra guanche.

Si una parte del agua dulce que consumimos podemos cogerla a poco que alarguemos la mano, ¿por qué seguir horadando para chupar más adentro el terrón o seguir gastando tanto en asqueroso combustible marrón?

El agua constituye el 65% del cuerpo humano; este tipo de captación, más temprano que tarde, tendrá mayor relevancia en el Archipiélago.

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