EN UN INTERESANTE comentario sobre economía y temas laborales publicado en este periódico el mes pasado, aparecen unas tablas comparativas de los salarios que perciben canarios y peninsulares. Estos datos, facilitados por el INE, demuestran que en Canarias tenemos los sueldos más bajos del país. Somos los últimos, a pesar de tener el hándicap de la insularidad, y no debería ser así, ya que tendríamos que recibir más suplementos que el resto de españoles. En otros tiempos, cuando un peninsular venía destinado a nuestra tierra, percibía un complemento auxiliar que llegaba hasta un 50%. Al parecer, ahora, con más independencia administrativa, más sesiones y alternativas (superamos a la mayoría de las europeas), somos más pobres, y tampoco podemos esperar nada de los políticos locales, que, o no saben, o están en el limbo; aunque la culpa es nuestra por ser tan benevolentes y quejarnos poco, o nada.

Esas tablas dadas a conocer por los organismos competentes, demuestran claramente lo que ya dije hace tiempo, que unos pocos cobran demasiado, que un pequeño porcentaje recibe un salario medio de 35.000 a 50.000 euros/anuales y que somos un montón, una mayoría de sufridores, los que no llegamos a los 12.000 euros, o ni siquiera a los 6.000. Esta descompensación es muy grave, y los políticos solo se muestran relativamente preocupados, ya que en realidad lo único que hacen es mirar para otro lado, cuando lo que deberían es sonrojarse. Crece también la brecha entre las pensiones de jubilación de canarios y peninsulares, y me pregunto dónde está la compensación a transportes, y en general a la insularidad, porque hasta en justicia deberíamos percibir más. Sirva como ejemplo estadístico la triste realidad, y es que la mayoría de la población se está empobreciendo de una manera galopante, y a los comedores sociales ya no van solo indigentes, ahora también hacen cola los que antes pertenecían a la clase media.

Las pequeñas y medianas empresas mueren rápidamente, y solo unos pocos privilegiados hacen caja en las crisis. Salen a flote comercios que venden productos de primera necesidad a precios muy bajos, como los supermercados Puchita, a quien le deniegan una licencia de apertura, por exceso de celo o conveniencia, cuando todos sabemos que la gran mayoría de establecimientos abren mientras están en eso que se llama "tramitación". Esta cadena lo único que está haciendo es una inmensa labor social, y "otros", presionando para que compremos sus propios productos, solo buscan un enriquecimiento, ilógico en estos tiempos.

Sigo con mis reiteradas llamadas a la reducción de salarios de los gerifaltes y clase instalada, que es mucha; la rebaja de la percepción que anunciaron se ha ido quedando en agua de borraja, y solo ha sido retocada un poquito. Siguen instalados en el sueldazo, y ya es hora en que les toque sufrir como la mayoría de la población estamos padeciendo. Vivimos una etapa triste, y por dignidad y respeto a los que les votamos, deben reducir inmediatamente sus estipendios un 30%.

Recorriendo oficinas de algunos organismos, el panorama es lamentable. Hay muchísimos despachos vacíos, y no solo por vacaciones. Para tramitar una simple tarjeta de aparcamiento para transportar a una persona con una discapacidad física, hasta nueve meses esperando desde la presentación de la solicitud, y aún tienen que avisar para fijar la fecha de la revisión. Dicen que es por falta de personal, y no se les cae la cara de vergüenza; así que aprovecharé el tema, me ocuparé de él otro día con pelos y señales.

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