ES LA QUE DEBERÍA regir el funcionamiento interno de los partidos políticos. No es baladí el asunto, pues que tal circunstancia queda recogida en el Artículo 6 de nuestra Constitución cuando dice: "Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos".

Después de leer lo anterior te puedes poner a meditar profundamente respecto de los partidos políticos y te ves en un agujero negro que te succiona juntamente con ese funcionamiento democrático que debieran tener. Te encuentras en la nada absoluta. El PSOE, en ese alarde democrático al que la Constitución obligaba, estableció congresualmente que en ciudades de 50.000 habitantes o más se establecieran elecciones primarias en el seno de las correspondientes agrupaciones para designar al candidato que habría de encabezar la lista al oportuno proceso electoral al ayuntamiento.

El dedo de dios, no el que un temporal tiró en Agaete sino el de quien dirige el partido en lo más alto, es el que impone, quiere imponer, su voluntad contra aquella monserga de "funcionamiento democrático". ¿Qué es eso? ¡Aquí quien manda manda! Y se birla, o se trata de birlar, a las bases su participación en el cumplimiento de aquella determinación congresual. Y cuando alguien reclama ese funcionamiento democrático para presentarse como elegible se arma la marimorena. Así ha ocurrido en la Federación Socialista Madrileña (FSM), en donde Zapatero trató de evitar esas primarias para "decretar" como candidata a la Comunidad de Madrid a Trinidad Jiménez, a la sazón ministra de Sanidad, en vez del secretario general de aquella federación. Así ha ocurrido en la agrupación local de Santa Cruz de Tenerife respecto de la cual quería imponer su voluntad (o la de Ferraz) el secretario regional, don José Miguel Pérez.

Cuando este artículo vea la luz no sé en qué habrá acabado el envite que desde la dirección insular y local se producía al estar dispuestos a llevar a los tribunales la decisión del secretario regional de que no se celebrasen elecciones primarias para la candidatura al ayuntamiento santacrucero. Por cierto, en orden a descalificar o desprestigiar desde los aledaños de Trinidad Jiménez, y supongo que desde el propio ZP ya que no ha desautorizado a nadie, se vino diciendo que Tomás Gómez (secretario general de la FSM) era el candidato de la derecha. Después de oír a determinados personajes de Coalición Canaria las alabanzas a José Miguel Pérez podría entenderse que este es el candidato de la derecha a la Comunidad.

Cuando se han planteado mediáticamente las desavenencias que las primarias han producido, los dirigentes del PSOE (Pajín, Blanco, etc.) han dicho que otros partidos ni siquiera tienen planteado ese procedimiento democrático. ¿De qué sirve tenerlo recogido en los estatutos si cuando alguien quiere aplicarlo se arma una carajera?

Parece obvio que la Constitución está prostituida por quienes más habrían de procurar su respeto que son los partidos políticos, a quienes protege, y los políticos que la juran o prometen.