JUSTAMENTE este lunes pasado me hacía eco en mi escrito "El pozo del desierto" de la situación conflictiva en el Sahara Occidental. Es normal que nos interese, geográficamente está ahí mismito y eso significa, lo queramos o no, que una parte de los sentimientos e intereses de los habitantes de las Islas se dirimen en ese escenario. Si estuviéramos en tangente con Alemania -ojalá-, con toda seguridad nos interesaría bastante más el alemán y lo que les sucede, jornada a jornada, a los alemanes. Su tirón económico, por ejemplo, sería integralmente el nuestro, y viceversa. Ahora es importante, pero sería muchísimo más importante. Es lo que se llama geoestrategia, en este mundo globalizado un fenómeno o suceso que ocurre lejos, en Filipinas o Chequia, nos puede afectar pero lo será con mayor fuerza si se produce a un palmo del territorio. Los lodos rojos del Danubio provocados por el vertido de productos químicos en una fábrica de aluminio en Hungría fue y es la noticia estelar en todos los países de su entorno. En Canarias no es que no interesara, pero lo de "lejos y cerca" de Epi y Blas tiene su validez por mucho que tengamos cataratas.

Es cierto que en Marruecos, Argelia, Mauritania o el Sahara hay otra religión mayoritaria y otra cultura distinta ¿y qué? Con formas que nada tienen que ver en ese sentido con los que, como sociedad, hemos acumulado a lo largo de la historia, pero precisamente por eso, al contrario que darnos la espalda, tendría que significar desde el respeto una convergencia hacia los valores humanos que levitan por encima, hacia la democracia, la cultura, el desarrollo, la paz…

No es que no nos concierna lo que ocurre en Haití, por supuesto, pero quizás deberíamos ser un poco conscientes de las hambrunas, miserias y enfermedades que ocurren en Malí, Burkina Faso, Níger o Senegal.

Viendo la carita del niño que ha sido ametrallado y muerto en El Aiun, en lo que es un campamento de perseguidos internamente, poco tienen que contarnos las autoridades marroquíes. Por favor. Ya hay experiencia y muchas voces propias que dan testimonio directo de la cruel represión que denunciaba Aminatu Haidar. Pero si son familias enteras, mujeres y niños, con la dificultad añadida de que su tierra es un erial, por eso lo llaman desierto, que cuando la marcha verde pudo tener como máximo 200.000 habitantes en una superficie de 252.120 km2 -España 504.783 km2- es decir, en la mitad del Estado español. No hay casi nadie, por eso ha sido más fácil escurrir el bulto y esconder la mano.

Nayem el Gareh cayó abatido por el Ejército marroquí cuando el vehículo todoterreno en el que circulaba se saltó un control en el campamento de Agdaym Izik, situado a 15 kilómetros al este de El Aaiun, la capital del Sáhara. En el Nissan viajaban cinco pasajeros. Los heridos serían siete, según fuentes saharauis, y tres, según fuentes marroquíes. Entre ellos, Zoubayr el Gareh, el hermano del difunto y ex preso político. El vehículo en el que viajaban se detuvo en un primer control, pero no así en el siguiente, en el que estaban apostados varios soldados que no dudaron en abrir fuego.

El Ministerio de Interior del Reino ha alegado en un comunicado que los disparos de sus fuerzas de seguridad fueron la respuesta "a una bala disparada desde uno de los vehículos". Según los primeros datos de la investigación, se trataba de dos todoterrenos desde los que se disparó a la segunda barrera de seguridad, lo que obligó a las fuerzas del orden a responder". De acuerdo con esta versión, entre los ocupantes de uno de los coches también estaba Ahmed Daudi, alias Djija, sobre quien supuestamente pesaba una orden de busca y captura por "varios delitos cometidos a su salida de la prisión", en la que había purgado varias condenas por robo y otros delitos. El portavoz del Gobierno de Rabat y ministro de Comunicación, Jalid Naciri, ha añadido que en el coche en que viajaba el menor fallecido se ha encontrado "un verdadero arsenal".

¡Por favor! Digo yo que será de falta de transparencia, ya sabemos de qué va la historia. Mientras tanto, el enviado especial de la ONU para el Sahara Occidental, Christopher Ross, se reúne y se reúne. A ver si alguien, para variar, hace algo.