QUIZÁ cuando haya transcurrido mucho tiempo -y hablo no de años sino de décadas- alguien se ponga a escribir la historia de nuestros días. Será sin duda un relato esperpéntico o penoso. Ayer publicaban varios periódicos de estas islas que Canarias es la segunda región de la UE con más paro. De hecho, hay seis comunidades autónomas españolas entre las diez europeas con más desempleados, a saber la propia Canarias, Andalucía, Valencia, Murcia, Extremadura y la ciudad autónoma de Melilla. No hay otra región de la Europa continental que esté en igual situación. Las otras cuatro que completan este "honorable cuadro de honor" son departamentos franceses de ultramar. Territorios, dicho sea con todos los respetos y sin ánimo de ofender a nadie, que pertenecen más al tercer mundo que al primero. Un dato adicional: de todos los territorios europeos (todos; absolutamente todos: los continentales, los insulares, los periféricos, los ultraperiféricos y hasta los ultramarinos) sólo la isla de la Reunión está peor en cuanto a tasas de desocupación que Canarias.

Bueno, ¿y qué hacemos en Canarias para ser un poco menos meritorios en este, lo repito, dignísimo cuadro de honor? Cada cual, lo que puede. CC, verbigracia, pactar con el señor que lleva seis años arruinando al país para que no adelante las elecciones generales. Lo ha explicado sobradamente José Manuel Soria. El voto nacionalista suele bajar un quince por ciento en las elecciones generales; una merma que, de consumarse en estos momentos, pondría a CC al borde de la desaparición. O por lo menos de la ruptura interna, porque los palmeros -y algunos más- hace tiempo que se la tienen jurada a Paulino Rivero. Por añadidura, y sin ánimo de echar leña al fuego, el espectáculo de Ana Oramas en Madrid es bochornoso. Basta verla en las fotos como pasa sonriente cuan niña con zapatos nuevos frente a Zapatero, cuando el presidente del Gobierno está en su escaño.

Lo peor, empero, son los escarabajos. Un puñado de ellos -unos dicen que son tres y otros los cifran en treinta- tienen paralizado un puerto industrial en el Sur de Tenerife que no será la panacea del empleo insular o regional, pongamos los pies en el suelo, pero que al menos paliará, al margen de que diversificará, una muy depauperada economía isleña. Antonio Machado, que además de ecologista y director del Observatorio Ambiental de Granadilla es una persona sensata, ha pedido que se saque del catálogo de especies protegidas a la Pimelia canariensis, nombre científico del bicho en cuestión. No sólo no está en peligro de extinción, sino que, de seguir por el camino que vamos, ni siquiera un agricultor del sur de Tenerife podrá dar un golpe de azada en su terruño sin encargar antes un concienzudo estudio de impacto ambiental. De locos, pero la cosa no acaba aquí. Aunque la captura y traslado de tan singular coleóptero está prohibida, admite Antonio Machado que ésta se puede realizar adoptando las debidas precauciones. Para ello "hay que buscar los ejemplares debajo de las piedras (sic), introducirlos en botes de plástico con sumo cuidado para evitar que vomiten (ib. sic) y trasladarlos en un todoterreno manejado por un conductor de probada pericia (¿Para que los escarabajos no sufran mareo cinético? ¿Conviene también administrarles una biodramina?)". Con todos mis respetos para el ecologismo -el cholero y el auténtico- esto sería propio de La Codorniz, si tan añorada revista volviese a editarse.