1.- Berlusconi, a quien en Italia llaman Il Cavalliere, ha lanzado una de esas perlas que él administra con mucha inteligencia y poco cuidado. En plena época en que la progresía se ha dedicado a hacer de todo lo gay una especie de religión -cosa que me parece de lo más exagerada y pedorra- ha dicho que: "Es mejor sentir pasión por una chica guapa que ser gay". Berlusconi no sólo no ha cometido una herejía, sino que, a mi juicio, tiene toda la razón del mundo. Porque parece que en esta época loca en la que vivimos el que no es maricón tampoco tiene derecho a la vida. A este paso van a prohibir y a echar a la hoguera aquella famosa frase de cuando éramos niños, lanzada a todos los soles y a todas las lunas: "Maricón el último". Yo siento el mismo respeto por los mariquitas que por los heterosexuales, siempre que no me den el coñazo. Estoy harto, eso sí, de verlos desfilar como locas desalmadas en carrozas esperpénticas dando grititos y enseñando sus culos. ¿Son ellas quienes dan los certificados de homofobia? Hemos ido demasiado lejos, siempre vamos demasiado lejos. Fíjense en Halloween: ahora hay dos carnavales al año, tres con el de las locas. Y todo el año no puede ser carnaval.

2.- Berlusconi ha querido hacer una broma. Le gustan las tías, lo mismo que me gustan a mí. E igual que los homosexuales hacen alardes de su tendencia, los heterosexuales pueden actuar en consecuencia. ¿O es que los gays y las lesbianas tienen la exclusiva de esta propaganda? La progresía ramplona socialistoide de las paridades, las paridas y la memez existencial lo ha confundido todo y por prohibir quieren prohibir hasta el piropo y el requiebro, que estaban tan integrados en la España cañí.

3.- Maricón el último. Nos hemos metido en una vorágine de condenas y refriegas semánticas difícil de entender. La izquierda de la hoz no existe, pero ha venido otra, cursi y amariconada, que nos tiene a mal traer. Una izquierda consentida y mordaz, hortera y con escaso sentido del humor que se asombra porque a Berlusconi y a mí nos gusten las tías y a la que tampoco le gusta que el alcalde de Valladolid haga bromas con los morritos de Pajín. Menos mal que el bueno del edil, se quedó ahí, porque lo hubieran crucificado. ¿Estarán los progres por un nuevo tipo de Inquisición culera? Que baje Dios y lo vea.