CUANDO salga este articulo será 3 de diciembre. Al día siguiente se celebrara la festividad de santa Bárbara, virgen y mártir heroica, sobre la cual he escrito en numerosas ocasiones, por lo tanto el que haya leído mis artículos encontrará cosas que ya he dicho, pero es que, aunque procure buscar algo original, la historia es la historia. Aprovecho la ocasión para felicitar cordialmente al Regimiento de Artillería de Campaña nº 93, con sede en Los Rodeos, y a todos los artilleros por su santa patrona. Nació santa Bárbara en Nicodemia de Bitinia, a orillas del mar de Mármara, que separa Asia Menor de la Turquía europea, y donde murió hace más de diecisiete siglos. Su padre, pagano, se llamaba Dioscóreo. Era Bárbara una joven de gran belleza, por lo que su padre, al parecer, la tuvo encerrada en una torre, que normalmente aparece en la iconografía de la santa junto con una palma, que debe de representar el martirio. Durante su estancia en la torre se dedicó a estudiar todo lo que caía en sus manos, entre otras cosas las ciencias paganas, pero también la verdad cristiana, posiblemente por medio de Orígenes, escritor griego cristiano que fue director de la Escuela Catequística de Alejandría, y, que está considerado como uno de los pensadores más relevantes de la antigüedad cristiana. Entre su extensa producción literaria destacaremos "Sobre la oración y exhortación al martirio", que posiblemente su lectura influyó en santa Bárbara. Enterado su padre de su conversión al cristianismo, él mismo la delató al gobernador, llamado Martiniano, y el mismo se encargó de que se cumpliera la sentencia, exponiéndola desnuda, azotándola, desgarrándola y por último decapitándola, cuando sólo tenía 16 años. Después de la ejecución, al volver a su casa, fue fulminado por un rayo. Muy posiblemente por este hecho, fue santa Bárbara venerada desde la Edad Media como protectora de las tormentas, y fue adoptada como santa patrona por la Artillería española, y creo que también de otros países.

Parece ser que fueron los caballeros medievales, a la vuelta de las Cruzadas, quienes trajeron a Europa la devoción por santa Bárbara y santa Catalina, que ocuparon muy pronto el corazón de las familias cristianas, siendo hermosamente mitificadas, llegando a ser como ángeles tutelares de toda empresa, guerrera o artesana, intelectual y piadosa. Por estas razones, santa Bárbara ejerce su patronazgo sobre los estudiantes, los ingenieros, mineros, carniceros, albañiles, los moribundos, y en nuestro caso sobre la Artillería española. Expliquemos algunas de sus advocaciones: los estudiantes, recordando sus estudios en la torre; los constructores o ingenieros, por la torre donde estuvo encerrada; los albañiles, por el proyecto suyo de abrir una tercera ventana en la torre, que representase su veneración ante la Santísimo Trinidad; los carniceros, por el tremendo y heroico martirio que sufrió enfrentándose a su padre para defender sus creencias; los mineros y artilleros, sin duda, por el rayo que fulminó a su cruel padre. Los moribundos, por su entereza ante la muerte. El caso es que hay un dicho muy popular que nos la recuerda en situaciones de peligro: "Sólo se acuerda de santa Bárbara cuando truena". La antigüedad de la devoción a santa Bárbara, en general, podemos fijarla a mediados del siglo XV, y en cuanto a su patronazgo sobre la Artillería española, desde el 1500 había constituida en Barcelona una cofradía de Santa Bárbara de los Artilleros, y con toda certeza a partir del primer tercio del siglo XVI, y sin interrupción, se encuentran muestras de esta devoción por la santa y de su patronazgo sobre los artilleros.

La Artillería podría definirse como el arte de construir y usar las armas, máquinas y municiones de guerra, así como el conjunto de armas que tienen una plaza o ciudad, ejército o buque. También, lógicamente, comprende al cuerpo militar destinado y especializado en este servicio de las armas. Etimológicamente podría pensarse que procede del latín "artellus" y "arius", que podría traducirse como "oficio de ingenios". Hay diversas clases de artillería: ligera, media o pesada, según su calibre; de costa, de campaña o antiaérea, según su función; motorizada, a lomo, o fija, según el medio de transporte; de montaña o campaña, según la zona de actuación. Su origen o primera actuación en España podría remontarse al siglo XII, 1118, en Zaragoza. Otros historiadores opinan que fue en Niebla, en 1257, en Córdoba, en 1280, o en Gibraltar, en 1306. Parece ser, no obstante, que quien primero la utilizó en España fue el rey musulmán Mohamed IV, rey de Granada en los sitios de Alicante y Orihuela en 1331. En la batalla del Salado en 1340, donde se derrotó a los árabes, Alfonso XI logró apoderarse de aquellas armas desconocidas y que producían importantes efectos, utilizándolas tan solo dos años después, en el sitio de Algeciras, con armas fundidas en Sevilla. Parece ser que de España pasó a Europa, que entonces se encontraba en la "guerra de los 100 años". La Artillería, que al principio se utilizó para abrir brecha en las fortificaciones, evoluciono a medida que esta lo hacía, por el mismo motivo, desarrollándose rápidamente entre los siglos XIV y XV. En la época de Carlos III se promulga el Reglamento en que se establece el Real Cuerpo de Artillería, publicado el 29 de enero de 1762, que dividió el territorio en cinco departamentos: Sevilla, Barcelona, La Coruña, Valencia y Segovia, ocupados por batallones.

En Canarias ignoro la fecha exacta en que comenzó el uso de la artillería, pero a partir de la conquista los señores de tierras y los cabildos compraron estas armas y construyeron fortificaciones y baterías donde apoyarlas, para defenderse de los piratas que por aquel entonces infestaban nuestras aguas, y de los invasores, ingleses y holandeses principalmente. En el escudo de la ciudad de Santa Cruz de Santiago de Tenerife figuran, como todos sabemos, tres cabezas de león en color negro, por las tres victorias logradas sobre los almirantes Blake (30 de abril de 1657), Jennings (6 de noviembre de 1706) y Nelson (25 de julio de 1797) en sus intentos de invasión. También figuran en dicho escudo dos castillos de plata, pues en ellos, construidos por los ingenieros militares, se apoyaban las piezas artilleras para su protección y actuación. Consecuencia de estas defensas se le concedió a esta plaza por Real Cédula dada en San Ildefonso el 28 de agosto de 1803 los títulos de muy Leal, Noble e Invicta. El 22 de febrero de 1657 llegó a Santa Cruz la flota Nueva España procedente de Méjico, cargada de oro y plata, por un importe de 10 millones de pesos. Enterado de esta llegada, Blake abandonó la bahía de Cádiz, que tenía bloqueada, y puso rumbo a Tenerife con la intención de apoderarse del cargamento y si es posible de la plaza. El 30 de abril a primera hora, como ya hemos dicho, comenzó el asalto, decidiendo Blake a las seis de la tarde abandonar el ataque ante la fuerte resistencia encontrada.