Han salido a la luz unos cuantos vídeos e informaciones que muestran bien a las claras las barbaridades que algunos individuos de esta sociedad canaria son capaces de cometer en cuanto al respeto de la funcionalidad e integridad de los bienes/servicios públicos o colectivos, y en cuanto al orden, salud o seguridad de las personas. Hay amenazas para los guagüeros, para los taxistas, para los empleados del tranvía, para los maestros… aparte de que algunos rompen los jardines o queman los contenedores de basura. Se habla incluso de suspender en fechas como los carnavales el servicio nocturno de algunos medios de transporte.

Pero fíjense que son muy pocos estos vándalos, a veces "graciosos" teñidos de temporalidad en sus acciones o con unas cuantas copas de más. Incapaces de respetar ni una cabina de teléfono público. Por el contrario, un 95% de la gente es lo suficientemente sensata como para funcionar racional y civilizadamente sin prácticamente control de nadie. Estamos en un siglo XXI con las generaciones más preparadas y capaces de convivir de la historia. Hasta el más velillo tiene una formación mínima y se observa, hablando con él, que puede discernir perfectamente entre lo correcto y lo que vulnera los límites del vacilón. Si, por ejemplo, te das una vuelta un día normal en el tranvía, verás que la enorme mayoría de personas que entran y salen vienen y fichan; lo hacen sin más dilación ni necesidad de control de nadie. Es su obligación y la cumplen escrupulosamente para que, si llegara el caso, pudieran exigir sus derechos. Quizás somos un poco pasotas en cuanto a la aceptación de la conducta de los rebotados y quizás tendríamos que actuar un poco más como los alemanes, los ingleses o los de la Europa central, exigiendo que los otros cumplan. Recoja usted la caca de su perrito, por favor, o lo denuncio.

No somos en este tema demasiado distintos, y evolucionamos constantemente a mejor que los de otras partes del planeta que se supone más avanzadas. Hace poco también daban imágenes en la tele grabadas, creo recordar, en el metro de Valencia, aunque también sucede en Londres, en Hong Kong y en la Conchinchina.

Los vándalos y los bestias se escudan en el anonimato para hacer burradas, como tirarse a las vías al paso del tranvía. Digamos que puede haber un 1 o un 2% de auténticos cafres o pirados a los que habría que dificultar la estancia en la sociedad y un 5 o 10% de individuos un poco inconscientes y que ocasionalmente, por algún motivo de estado personal o alegría festiva, hacen burradas. A estos últimos hay que ir trancándolos, porque por ellos otros muchos tienen que fastidiarse. Justos por pecadores.

Miren qué maravilla sería que durante los carnavales el tranvía, las guaguas o los taxis funcionaran y fueran evacuando sin coger el coche por la noche cuantos desde la metrópoli o desde fuera de ella quisieran participar sin esas trabas en la fiesta.

La denominación "vándalo" se utiliza como sinónimo de animal adosado de brutalidad, incapaz de respetar normas. Los escritos latinos dicen que fueron pueblos germanos que habitaban las regiones ribereñas del Báltico (en las zonas comprendidas entre Dinamarca, Alemania y Polonia) y que un día se lanzaron, como bárbaros que eran, a la conquista del imperio romano. Los vándalos, junto a los suevos, cuados y alanos, cruzan en ese momento la frontera del Rhin, atraviesan la Galia y llegan a Hispania en el 409 d.C., donde se establecen como federados.

En el año 429 d.C., los vándalos, acaudillados por Genserico y procedentes de la Península Ibérica, cruzan el estrecho de Gibraltar con el objetivo de alcanzar las fértiles llanuras de África, señalando algunas fuentes el lugar de desembarco en la región ceutí, y otras en la de Tánger. Seguramente anduvieron por Canarias o presionaron a algunas poblaciones a desplazarse hasta aquí.

Muchos de los marginales a los que meteríamos en esta consideración peyorativa de vándalos se excusan ante sí mismos con que no tienen nada que perder. Se engañan con que les da igual ocho que ochenta, pero no es así; en el 90% de los casos, sólo hay que pillarlos y sancionarlos. Para ello se supone que el compromiso está en los cuerpos y fuerzas de la Seguridad del Estado; los vándalos sobran en estos tiempos.

infburg@yahoo.es