LOS ISLEÑOS somos muy dados a relativizar lo nuestro con el entorno. En muchos casos, con complejos de lo pequeño, de lo local, y pensando si lo de fuera siempre es mejor. Estos días se ha puesto de manifiesto que no todo lo hacemos peor y si bien en el Informe PISA nos suspenden, cuando miramos lo ocurrido en los montes de Israel parece que tenemos una nota bastante más alta que el aprobado. Si tenemos en cuenta las condiciones físicas de Israel, es decir, un territorio que está enclavado entre la humedad del Mediterráneo y la aridez de la zona desértica de Oriente Medio, en este caso se asimila a Canarias, donde las entradas del aire del Sur y la baja pluviometría de las Islas hace que estemos en el borde de las zonas áridas; situación que también hemos comentado en otros puntos del planeta en otros incendios como California o el sureste de Australia, no por tratarse de situaciones físicas similares, sino de niveles de organización y economía que tienen en mucho un paralelo con la nuestra.

Por ello, hemos hecho un seguimiento de lo ocurrido en Israel. Si bien es verdad que han tenido un invierno seco, es totalmente anómalo que se produzca un incendio en el mes de diciembre en estas latitudes, con noches frías y largas, y temperaturas que durante el día no han superado los 30 grados. Es más, nos parece aún más sorprendente que un país de la tecnología de Israel, una de las potencias militares del planeta, haya tenido que recurrir a ayudas de más de 12 países con intervenciones de 24 aeronaves -incluido un DC-10- para apagar un incendio que ha quemado en cuatro días una superficie similar a la que ocupan Garachico o El Tanque, por poner un ejemplo.

Es en este marco en el que nos vemos obligados a escribir, entre otras cosas, por el trabajo que ha hecho nuestra gente de Medio Ambiente del Cabildo, que en ningún momento ha necesitado cuatro días para dominar un fuego. En ese sentido, hay que señalar que en el gran incendio de 2007 en Tenerife el fuego avanzó en unas horas un gran recorrido dada las temperaturas y el viento dominante (con más de 35 grados y vientos de más de 75 km/h), situación que no se ha producido en Israel ya que por las noches los termómetros están por debajo de los 10 grados y donde al final no sabemos si el fuego lo apagaron los 24 aviones o las lluvias aparecidas en el último día.

Por ello, queridos lectores, hay que mirar para Israel y la tragedia vivida, con 42 muertos, 250 viviendas arrasadas -muchas de ellas sin los entornos limpios de maleza- y unas 5.000 has. quemadas, con un fuego, al parecer, provocado por una negligencia de un joven de 14 años, que estuvo azotando los montes durante cuatro días. No siempre tenemos que copiar lo que se hace fuera y sí valorar lo que hacemos bien aquí.

Hemos de animar a nuestra gente porque los medios mecánicos no apagan el fuego. Son elementos auxiliares que ayudan, pero la principal herramienta para luchar contra el fuego está en la tierra. Por un lado, con una labor de prevención, de limpieza de combustible en los entornos forestales y fincas abandonadas y cortafuegos, y, sobre todo, con un personal preparado y motivado como el que ahora mismo tiene la isla de Tenerife, que ha demostrado en numerosas ocasiones su valía y que no siempre tiene el reconocimiento que merece.

Véase el caso de Israel para valorar y potenciar los recursos humanos que tenemos en Tenerife, aunque el Informe PISA no lo tenga en cuenta y nos suspenda. Estas líneas no son para vanagloriarnos del personal que tiene el Cabildo de Tenerife, que debe seguir con el mismo empuje porque el fuego es un enemigo que no descansa, sino de justicia con una gente preparada y motivada que vela para que nuestra isla mantenga hoy en día la mayor superficie forestal de los últimos 500 años.